En los meses de agosto y septiembre de 1846, mientras el país se debatía entre el proteccionismo y el librecambio, en la mente de algunos artesanos de Santafé empezó a bullir la idea de organizarse en sindicato para defender sus intereses frente a la idea de permitir la libre importación de mercancías pregonada por el Gobierno, idea que cristalizó pocos meses después en 1847.
Tomás Cipriano de Mosquera, presidente y partidario de laissez faire, había dado pasos para facilitar la entrada de mercancías del exterior, bajando los aranceles aplicables a los bienes importados. Su ministro de Hacienda, Florentino González, convencido de que la prosperidad de la Nación estaba ligada a la importación de bienes manufacturados y a la exportación de productos agrícolas y mineros, fue quien impulsó el librecambio.
Ambrosio López junto con Emeterio Heredia y un gupo de artesanos de Bogotá, fundaron en 1847 la Sociedad de Artesanos, haciendo realidad la idea que se había gestado en 1846. El propósito inicial de esta sociedad era la de pedir “un alza de derechos en las manufacturas que se pudieran hacer en el país”. Esta primera organización obrera en Colombia buscó darle marcha atrás al librecambio como política de gobierno, por medio de la acción política.
La fuerza que tomó la Sociedad Democrática y el predominante carácter político de sus acciones, llevaron a que se cambiara su nombre por el de Sociedad Democrática, modelo que fue replicado en gran número de municipios y que reflejaba ya la esencia política que la estaba inspirando. Las sociedades democráticas continuaron luchando por el proteccionismo y recibiendo el apoyo de los gobiernos liberales, cuyo partido hizo de los artesanos sus aliados.
El choque de dos mundos encarnado en la lucha entre el proteccionismo y el librecambio fue tan profundo que llegó hasta escindir el partido liberal que se abrió en dos alas, la de los Draconianos, defensores del proteccionismo y los Gólgotas del librecambio. Estos pioneros de la organización obrera en Colombia en su compromiso por mantener vigente normas que amparaban al artesanado de la competencia externa, hicieron que las sociedades democráticas se convirtieran en pilares fundamentales de las fuerzas políticas que llevaron a que en 1854 el general José María Melo diera un golpe de cuartel que desembocó en guerra civil.
Los artesanos fueron no solo la columna vertebral de esta empresa bélica de Melo, sino los últimos en rendirse cuando fueron derrotados. Con artesanos muertos, perseguidos y deportados, terminó este primer ensayo de organización de la clase obrera colombiana.
