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A propósito del proyecto de la Unión Europea por establecer como obligatoria la participación de al menos un 40% de mujeres en las juntas directivas de las empresas listadas en bolsas de valores, hago una reflexión sobre el tema en el contexto regional.
Los latinoamericanos nos preciamos recientemente de contar con una cultura empresarial de avanzada, hoy no hay nada que envidiar al hemisferio norte. Sin embargo, las realidades frente al acceso de la mujer a los órganos de gobierno es un tema para reflexionar. México y Chile tienen bajísimas tasas de participación de mujeres en sus consejos de administración. Lo seguiría definitivamente Centroamérica y posteriormente Perú y Colombia. Nunca he sido un promotor de prácticas de gobierno corporativo que mediante prácticas específicas y porcentajes exactos le digan a las empresas cómo deben comportarse. El modelo de gobernabilidad no puede tener la misma receta para todas las organizaciones, depende de la estructura de propiedad, el modelo de negocio y la industria donde de se desarrolle la empresa. Los porcentajes mínimos de participación de miembros independientes, por ejemplo, en compañías sin la convicción y el compromiso, no son útiles y en ese sentido, es más conveniente porcentajes moderados pero fieles a la realidad.
La participación de las mujeres en los directorios con un porcentaje mínimo garantizado, genera las mismas dudas e inquietudes que frente a la eterna discusión sobre los miembros independientes, sirven o no los independientes para mejorar el desempeño corporativo. Sin embargo, hay esperanzas que una práctica para mayor participación de las mujeres en las juntas directivas mejore la gobernabilidad empresarial: el desempeño de la mujer en las juntas directivas es más dispuesto al cambio.
En la experiencia trabajando con juntas directivas en América Latina, una de las realidades más reveladoras ha sido que las mujeres son más transparentes en la forma de ver y abordar los cambios en los modelos de gobernabilidad. Hace ya algunos años he venido defendiendo, sin ningún criterio estadístico, simplemente el de la realidad y la experiencia, que las mujeres son las piezas claves para revelar irregularidades y malas prácticas corporativas.
Por favor, note que los mayores casos de escándalos corporativas en el mundo han sido producto del “whistle blowing” de una mujer. Sin embargo, solo hasta ahora he sido consciente que la ventaja de tener mujeres en posiciones directivas y especialmente en las juntas directivas es una necesidad para abordar la complejidad de los desafíos directivos con realismo y pragmatismo.
El rol de la mujer no se limita a presentar el problema, en la mayor parte de las ocasiones su participación facilita avanzar hacia nuevos consensos que encaminen a la organización hacia los resultados. Estos consensos moderados pero firmes son vitales para asegurar que el proceso de dirección y control ejercido por las juntas directivas esté alineado con el propósito organizacional y la sostenibilidad de largo plazo.
En un par de años estaremos viendo a los reguladores del mercado de valores dirigir su atención hacia este tipo de prácticas con un porcentaje similar al presentado por el regulador europeo.
Beneficios al integrarlas a las empresas
En Colombia, la discusión está por darse y vale la pena preguntarse si en su empresa existen mujeres en la junta directiva, si no es así, no hay duda. Vale la pena destacar algunos de los beneficios de contar con mujeres en los directorios: fortalecimiento del concepto de diversidad, mayor entendimiento del mercado donde los tomadores de decisiones son cada vez más mujeres y un pensamiento diferente en todo nivel.