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En la actualidad, compañías como Grupos Argos, Nestlé, Avianca y Chevron empezaron a destacarse debido a su participación activa en las diferentes iniciativas
Teniendo en cuenta la creciente amenaza que enfrenta la biodiversidad marina en el país, algunas empresas están asumiendo un papel fundamental frente a la restauración y protección de los arrecifes de coral, ecosistemas que son vitales para el buen funcionamiento del planeta.
Bajo este escenario, Mateo Córdoba, sociólogo y coordinador de transición ecológica de la Corporación Vivamos Humanos, explica que “las estrategias de restauración coralina pueden llegar a ser muy sofisticadas y costosas, por eso suele ser tan importante el apoyo de las empresas”. De hecho, en la actualidad, compañías como Grupos Argos, Nestlé, Avianca y Chevron empezaron a destacarse debido a su participación activa en las diferentes iniciativas de conservación de corales en diferentes regiones del país.
En cuanto a Chevron Colombia, esta compañía invirtió en la construcción de una estación piloto para el cultivo ex situ de corales en la isla de Santa Catalina y Providencia, para así promover el cultivo y mantenimiento de las especies de corales que hay en el Caribe, y asimismo servir como banco genético para mitigar las enfermedades que tanto afectan a estas comunidades.
De igual manera, existen iniciativas como “Fi Wi Reef”, que es un proyecto presente en el archipiélago de San Andrés y Providencia que reúne a actores diversos, entre los que se encuentran la aerolínea Avianca, el Fondo Acción, la autoridad ambiental del archipiélago y algunas ONG locales como ProSealand. “Esas alianzas entre ONG, empresas y gobiernos son el corazón de muchas iniciativas hoy en día”, añade Córdoba.
No obstante, la participación del sector financiero también está comenzando a dejar una huella importante. El año pasado, BBVA lanzó una “tarjeta coral”, en alianza con el Consejo Comunitario de San Bernardo y Parques Nacionales. El objetivo de esta es contundente, pues con cada transacción el banco destinó recursos a diversos programas de conservación de estos ecosistemas, para así demostrar cómo incluso una entidad así puede contribuir a la sostenibilidad marina.
Por otro lado, la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), hace cerca de dos años, firmó un acuerdo con la Fundación Centro de Investigaciones Marinas del Caribe y la ONG Conservación Internacional para desarrollar programas que contribuyan a la conservación y salud de los océanos, sumado a su biodiversidad y a los servicios ecosistémicos presentes en el país.
A su vez, organizaciones como la Fundación Mapelo, en alianza con Parques Nacionales Naturales y el Oceanario de las Islas del Rosario, vienen instalando guarderías de coral con el fin de poder restaurar las barreras coralinas, y la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano lidera un proyecto de restauración coralina en el Caribe colombiano, en el cual se combina la ciencia, educación y tecnologías para la conservación de estos ecosistemas.
Aunque a pesar de estos esfuerzos, el sociólogo advierte que “El ritmo del cambio climático y los colapsos ecológicos van más rápido que los esfuerzos por proteger los ecosistemas marinos”. Por lo que Córdoba enfatiza en la importancia de la inclusión de organizaciones locales y pescadores para trabajar de manera más eficaz y articulada en la restauración de los corales, ya que se deben preservar los arrecifes que aún sobreviven en lugares como Providencia, San Andrés, Islas del Rosario, Taganga o Gorgona.
Frente al éxito de estos proyectos, dice Córdoba que “En la conservación es difícil concebirlo como hitos, pues lo importante son los procesos e iniciativas que se mantienen en el tiempo”. Por ello, insiste en que lo fundamental para proteger a los corales es entender su importancia y actuar en consecuencia a eso, ya que son la arquitectura de la vida bajo el agua y en su gran mayoría los colombianos no son conscientes de esta realidad.
Entendiendo este panorama, las empresas pueden llegar a desempeñar un papel crucial debido a que, más allá de financiar proyectos, pueden contribuir a transformar prácticas que se tienen normalizadas. “Las empresas ayudarían mucho si le pierden el miedo a trabajar con organizaciones locales en zonas costeras. Hay muchos proyectos, iniciativas, expediciones científicas, entre otras, ahí esperando que alguien apoye”, concluye Córdoba.
El mensaje es más que claro: las empresas que hoy se suman a esta causa no solo están protegiendo un ecosistema, también están apostando por el futuro y bienestar de la vida marina y, con ello, por el bienestar del país entero.
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