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AGRO

Compromiso social estratégico

jueves, 9 de noviembre de 2017

Convivir en equilibrio con el medio ambiente

Germán Fernández

Traigamos a Rubén al escenario y contemos de forma arbitraria y sin detalles su momento. Nació en 1952, cuando en el mundo había 2.000 millones de personas, dada una explosión en la tasa de natalidad en la era industrial y pese a dos guerras mundiales. La medicina empezaba a evolucionar y a encontrar o perfeccionar nuevas soluciones a problemas con los que había lidiado por años.

Según las estadísticas, la expectativa de vida de Rubén era menor a los 60 años. Un agricultor tenía la “responsabilidad” de alimentar a solo 25 personas, y en el procesos de recuperar la economía global las empresas estaban concentradas en su labor social de pagar impuestos.

Hoy tiene 65 años, su expectativa de vida está ahora por encima de los 75 y cada agricultor ahora tiene que alimentar a 155 personas. Las empresas y su rol social se han integrado de una forma muy distinta.

El sistema como un todo, en la alianza gobierno-comunidad-empresas-ONG’s-organismos multilaterales-etc. se mueve distinto de cara a la sociedad donde todos operan. Ahí, en medio de todos está Rubén, una persona que apenas vive por encima de la línea de pobreza; con hijos y nietos, productos de embarazos no planificados; vive cerca de un gran proyecto empresarial, en una zona deprimida, y requiere empleo o generación de ingresos, salud, educación para familia, vivienda digna y alimentos sanos y suficientes.

Su país/estado está creciendo a tasas muy interesantes y brindando mejores condiciones, pero está muy lejos de poder cubrir todas las necesidades de Rubén y sus 50 millones de vecinos.

En ese momento, es cuando la mirada hacia la historia reciente trae la evolución de la sociedad y su empresariado a un proceso de integración responsable y en búsqueda de mejorar la vida de las personas.

Y hoy a sus 65 años, Rubén ve, sin entender, que las formas del relacionamiento humano están mutando cada vez más rápido, y por tanto, las de los colectivos que conforman la estructura social. Al mismo tiempo, el ya confuso concepto de estrategia se desarrolla en múltiples direcciones.

Por eso, lo que antes llamamos altruismo empresarial, filantropía corporativa o responsabilidad social ya no “existe”… o por lo menos no en la vanguardia.

Rubén ahora sólo sabe que por diferentes razones hay agencias gubernamentales focalizándolo para ayudarle, al igual que la empresa cerca a la que vive… es más, unos personajes de varias fundaciones también le dan una mano. Aunque al final varios otros Rubén no tengan el mismo “privilegio”.

Hoy las compañías grandes se enfrentan a modelos de Arquitectura Social Estratégica, en donde hay muchas direcciones y modelos. Por una lado, y quizás el más representativo, tiene que ver con la responsabilidad del impacto de una operación, como por ejemplo el mundo de la minería o la energía responsable que hace impresionante esfuerzos apoyando a sus comunidades; por el otro, un poco más europeísta, se busca una consonancia entre el desarrollo del negocio y el propósito superior de esa actividad, como por ejemplo el ofrecer una mejor calidad de vida a las personas a través del desarrollo de medicamentos o la producción de alimentos sanos y suficientes.

Y de ahí surgen diferentes modelos que van del voluntariado a la inclusión social de comunidades vulnerables en las cadenas productivas. Y el tema sigue y se fortalece, y hoy llegamos a lo que llama Compromiso Social Corporativo (Corporate Societal Engagement), que en profanas palabras es trabajar todos juntos por una vida mejor para todos. Donde la sostenibilidad del empresariado y el bienestar de la comunidad van de la mano. El gana-gana.

Como dicen, el tema está inventado, pero su implementación le ha tomado a la humanidad más de 40 siglos. Y Sostenibilidad es la palabra que hace y hará que Rubén y su familia; María y la suya, y todos los ciudadanos, de todos los estratos, y sus descendientes, tengan un mundo mejor. Y no sobra decir que ahí la tecnología también juega un papel fundamental.

En esta línea, las compañías están aportando un rol fundamental para restablecer, con proyectos concretos, el equilibrio del planeta y enseñar -desde su espacio y sin suplir a otros- a la sociedad sobre la necesidad de que todos de manera responsable asumamos cambios para convivir en equilibrio con todas las especies y los recursos naturales limitados.

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