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EDITORIAL

Una comedia americana llamada Trump

viernes, 19 de junio de 2015
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Las palabras de Donald Trump descalificando la inmigración se han convertido en un manjar para los comediantes de Estados Unidos.

El excéntrico multimillonario Donald Trump, conocido por ser el dueño del concurso Miss Universo y por sus lujos fuera de lo normal, acaba de anunciar su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. Un hecho que se asimila más a una descarada utilización publicitaria de la importante decisión democrática, antes que a creer que tiene posibilidades de alcanzar el objetivo, pues desde mediados de los años ochenta hace lo mismo, obviamente sin éxito alguno.

La intención de Trump de buscar la nominación del Partido Republicano, la hizo de una manera que con toda seguridad, escasamente tendrá el respaldo de algún grupo xenófobo extremista en Estados Unidos, pues utilizó insultos contra México, país al que acusó de enviar “drogas” y “violadores” a través de la frontera y prometió que si llega a la presidencia construirá un muro en la frontera de más de 3.000 kilómetros. En términos parecidos se refirió a China.

Aunque su referencia visceral fue hacia México, la realidad de su enfoque es contra la inmigración latina, cuando los demás aspirantes republicanos consideran la movilización del voto latino como clave para decidir las elecciones y su conexión con esa comunidad es muy importante. Por ejemplo,  el senador Marco Rubio, es hijo de inmigrantes cubanos, y el exgobernador de Florida Jeb Bush, es casado con una mexicana y habla español. En estos términos, la incoherencia de Trump no tiene explicación lógica y menos ideológica, a no ser que esté cayendo en el error de creer que el dinero lo puede todo.

El personaje tiene un récord en materia de excentricidades que los ciudadanos estadounidenses no le dan cabida fácilmente. Pasa la mayor parte de su tiempo en el penthouse de la Torre Trump, de 68 pisos, ubicada en la Quinta Avenida de Nueva York. La puerta de su apartamento está cubierta en oro y diamantes, tiene una fuente en el interior, un techo pintado como lienzo y un lujoso candelabro. Cuando se aburre de su lujoso aposento aborda su Boeing 757 de US$100 millones y viaja a alguna de sus otras mansiones. 

Todo ello hace recordar lo que pasaba en nuestro país hace unos años con los capos del narcotráfico que creían que demostrando el gran poder que les daba el dinero lograban tener aceptación social, pues su baja capacidad intelectual les impedía lograrla. No sería extraño que Trump creyera lo mismo. Los gobiernos de México y China le han dado la justa medida a lo que ha dicho el muy poco probable inquilino de la Casa Blanca y han advertido su profunda ignorancia de la realidad del mundo y de la contribución de cada uno de esos países a lo que hoy es la economía norteamericana.

Las palabras de Trump están siendo aprovechadas por los comediantes que lo consideran como el regalo más cómico.

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