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EDITORIAL

Un país que pide a gritos fortalecer las instituciones

lunes, 30 de enero de 2017
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Lo más fácil siempre es atacar los avances en seguridad y la necesidad de tener marcos de acción, el nuevo código de policía es más que necesario.

 

El debate que ha despertado el nuevo Código de Policía, que entró en vigencia este año, es una de las mejores muestras de que el país necesita repasar la importancia de las instituciones que trascienden personas; justo en un momento en el que las verdades a medias, el populismo y los caudillismos se cuelan en la democracia para volverla una anarquía donde mande el más fuerte. Colombia es un país en el que ha hecho escuela agredir a las autoridades, irrespetar las normas de civismo básico y generar subculturas destructivas contra un sistema democrático y de libre mercado, como es el que nos rige. Elementos culturales como “usted no sabe quien soy yo”; el “CVY (Cómo Voy Yo)” y/o “la justicia es para los de ruana”, se han enquistado en nuestra sociedad reduciendo, casi a su extinción, el papel vitalicio de las instituciones, entrando en una espiral muy peligrosa de desinstitucionalización. Pocos creen en los políticos, se desconfía de la Policía, se teme a los jueces, hay poca independencia y objetividad en muchos medios de comunicación y hace carrera entre los más jóvenes que para progresar hay que tener conexiones en las altas esferas para poder tener oportunidades. Instituciones tradicionales como familia, propiedad, universidad y gobiernos pierden cada día legitimidad o atraviesan por un periodo de transformación en el cual no sabemos el resultado final. En términos de Douglas North: las estructuras económicas se consolidan con una fuerte institucionalidad en una suerte de construcciones de modelos de enfocar los problemas, “paso necesario en el desarrollo y la creación de una teoría del cambio institucional, en donde las formas en que las instituciones y los cambios institucionales afectan la economía y la sociedad. Las instituciones existen gracias a la incertidumbre que implica la interacción humana y su desempeño económico varía según las condiciones de las organizaciones y sus organismos. Algunas economías crean instituciones que estimulan el crecimiento mientras que otras erigen instituciones que provocan estancamiento”. Justamente ese es el problema colombiano: que a la sociedad se le ha dado un marco flexible que desestimula el desarrollo de ciudad, región y país. Es casi imposible de creer que exista un debate anárquico sobre la utilidad de sancionar o no a las personas que orinen en la calle o quienes no recojan los excrementos de sus mascotas, entre otras cosas lógicas. Más aún inhabilitar la operación de los agentes del orden en domicilios en donde se cometen delitos. El chascarrillo popular de “cójanlo, suéltenlo” es el mejor retrato de lo que hoy ocurre en Colombia y la baja aceptación a la norma, en una sociedad acostumbrada al tercer carril. No olvidemos que “las instituciones son las reglas de juego en una sociedad, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana”.

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