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El proceso de bancarización de los colombianos va bien, pero hay que avanzar en calidad de servicios.
No hay duda de que la banca es cada día más necesaria al ser clave en el desarrollo empresarial y personal. En Colombia las cifras hablan por si solas: siete de cada 10 colombianos tienen algún producto del sistema financiero, dato que pone de manifiesto una mayor inclusión social.
La llamada bancarización avanza a pasos agigantados, pero ni la banca local es más eficiente ni los colombianos tiene interiorizado el sistema financiero. Lo ha dicho el Ministerio de Hacienda a través de Mauricio Cárdenas: “a muchos colombianos les están cobrando hasta $10.000 por un simple giro y eso es inaceptable”. Una aclaración, los giros no son exclusivos de los bancos.
Las quejas de los usuarios contra los bancos merecen atención. El número de quejas entre 2007 y 2013 creció 22%, y solo el año pasado se dieron cerca de un millón. Los reclamos van desde la mala atención hasta cobros exagerados en comisiones y administraciones desbordadas.
De acuerdo con estudios del Banco Mundial, la recopilación de estadísticas sobre las quejas del consumidor financiero, permiten, tanto a las entidades identificar los puntos débiles en la prestación de los servicios para poder tomar las acciones correctivas y preventivas necesarias, como a las autoridades evitar abusos o malas prácticas que afectan a los usuarios, generalmente, con baja capacidad de negociación frente a las entidades.
No es el caso poner en duda la utilidad del sistema financiero, pero sí es claro que su responsabilidad social en el desarrollo económico tampoco tiene discusión, aunque el tema da para un débate más amplio, pues es curioso, por ejemplo, que mientras las tasas de interés han caído en la última década, el margen de intermediación se haya mantenido inalterado, entre 6% y 8%, cuando lo racional es que también hubiera descendido en forma concordante con las nuevas condiciones.
La discusión sobre las relaciones del consumidor con el sistema bancario siempre estarán presentes aquí y en todo el mundo y no propiamente por esa reticencia natural que también siempre ha existido, sino porque la gente reclama unas mejores condiciones, lo cual también es digno de al menos una consideración por parte de los banqueros.
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