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No tiene sentido recabar sobre la necesidad de un metro, en cambio debemos trabajar en cosas inmediatas como el teletrabajo
Las cosas en términos de movilidad o desplazamientos en Bogotá no mejoran, y peor aún, tienden a ponerse más complicadas. De acuerdo con los datos de la Secretaría de Movilidad, entre 2012 y 2016 la flota de automóviles y motos aumentó 23% y 44% respectivamente, al tiempo que en los dos últimos años el crecimiento de automóviles fue de 4% y de motos 2%. A diario se experimenta que las velocidades promedio, independientemente del modo de transporte que se utilice, sigue aumentando sin remedio: andar en carro particular o en taxi es lo mismo, se va a 22 kilómetros por hora; mientras que en Transmilenio se avanza a 26 kilómetros y en otros transportes más amigables, pero cortos en distancias, como la bicicleta, a 17 kilómetros por hora. El triunfo de la calidad de vida, desde el componente del transporte, sigue siendo un anhelo muy lejano, quizá un sueño que se convierte en pesadilla con el paso de los días y sin realidades a la vista.
Dice la Secretaría Distrital de Movilidad en el informe Bogotá Cómo Vamos que: “el tiempo promedio de un desplazamiento en 2016 fue de 53 minutos, lo que significa que una persona en promedio gasta casi dos horas diarias en viajar (ida y vuelta). El tiempo promedio de viaje en el transporte público tiene valores muy altos -más de una hora por trayecto- y ha tendido a aumentar a lo largo de los años”. Los usuarios de las vías bogotanas tratan de solucionar el problema de movilidad rediseñando radicalmente sus modelos de vida, bien porque cambian de trabajos que no se ajusten a sus tiempos de desplazamientos o porque deciden teletrabajar para evitar el caos urbano que es enfrentarse a las calles.
Está claro que en lugar de vivir añorando un metro para Bogotá que ayude a mejorar los desplazamientos, las mismas empresas patrocinen el teletrabajo a través de las nuevas tecnologías. La economía capitalina está centrada en los servicios lo que facilita dinamizar modelos de trabajo no presenciales. Solo es cuestión de tener políticas claras.
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