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Hay muchos mensajes simples para garantizar luego de las fiestas del final del año una salud financiera sin sobresaltos, clave para el progreso
La cantidad de consejos y manuales acerca de cómo manejar el dinero y comportarse con la mayor racionalidad con las finanzas personales pululan y se encuentran en todas partes, disputándose el ranking con los de autoayuda, superación y liderazgo. Sin embargo, en cualquiera de estos casos se aplica el adagio popular de “es más fácil decirlo que hacerlo”. Lo anterior a propósito del virtual inicio de la temporada de final de año en la que aparece como “normal” que se gaste más dinero que en otro momento del calendario y se de rienda suelta a la diversión y entretenimiento acorde con la llegada del Niño Dios y el cambio de año y a los compromisos sociales y familiares que implican en una demostración de abundancia y riqueza no siempre real sino artificial. Sin duda que es una condición humana que no es criticable per se.
Las condiciones y características del período decembrino generan la sensación entre la gente de poseer una mayor cantidad de dinero, lo cual es válido al recibirse pagos adicionales por compensaciones legales consagrados en las normas. Sin embargo, no es que en la economía exista una mayor cantidad de efectivo, sino que se da una aceleración en la circulación del dinero, que produce una capacidad de compra mayor, que luego en enero desaparece y genera la sensación de nostalgia o protesta generalizada por la “escasez” de plata.
Todo lo anterior para recomendar un manejo adecuado e inteligente del dinero en lo que resta del año, que no implica otra cosa que un ejercicio de planeación del sentido común para garantizar que luego no se paguen las consecuencias de las equivocaciones y excesos. No se pretende hacer un curso intensivo de manejo de las finanzas personales en unas semanas, sino tener la máxima racionalidad o precaución y en ese sentido el primer consejo es que en lo posible los gastos no superen sus ingresos, lo cual incluye el mantener las deudas bajo control, que no es otra cosa que analizar siempre si hay capacidad futura de pago antes de utilizar el llamado dinero plástico o la tarjeta de crédito. En este momento, por las altas tasas de interés, una compra puede tener un sobreprecio anual hasta de una tercera parte por efecto de los costos financieros, que puede ser mayor por los cargos por mora. Siempre recuerde que dejar saldos pendientes implica un sobrecosto.
Por esta época, los productores y comerciantes perfeccionan sus estrategias para maximizar sus ventas, lo cual es legítimo, y entre esas tácticas se destacan como “ganchos” ofrecer productos a precios inferiores al resto del año o la compra de “dos por el precio de uno”, lo cual resulta atractivo para los consumidores, creyendo que es rentable la compra, incluso a crédito sin evaluar la situación. Es una decisión individual, muchas veces presionada por los seres queridos, pero si usted puede hacerse antes de la acción de compra la pregunta sencilla de si ¿lo quiero o lo necesito?, se puede evitar gastos superfluos o quedarse con bienes que nunca o solo usa ocasionalmente.
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