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Hay ingenuidad en la propuesta de renegociar los tratados de libre comercio, pero más hay desconocimiento de sus logros; solo con Estados Unidos se duplicaron las exportaciones
En tiempos electorales se dice cualquier cantidad de cosas sin sustento y se lanzan propuestas populistas que no tiene ningún tipo de soporte, y que de ejecutarse, meterían al país en las profundidades de cambios unilaterales de reglas de juego financieras o comerciales. Colombia ha liderado en la región la ratificación del tratado de libre comercio con Reino Unido, pues la salida del país europeo de la Unión en el viejo continente dejó en el limbo a los inversionistas y empresarios de los dos países; pero ya el tema está zanjado y el Gobierno Nacional dejó lista la nueva etapa de los negocios entre colombianos e ingleses.
El TLC con Gran Bretaña se concentró en protección de datos, infraestructura, energía, agroindustria, ciencias de la vida, servicios financieros e industrias creativas. El objetivo es promover la inversión extranjera, trabajar contra el cambio climático, seguridad transnacional, transición energética, economía circular y biodiversidad. Los ingleses son los terceros inversionistas en Colombia, con unos US$22,6 billones entre 2001 y 2021. Solo durante el año pasado la inversión ascendió a US$ 402,4 millones, una cifra notable en la región, que consolidará los lazos entre ambos países.
La noticia sirve para recabar sobre la importancia de los tratados de libre comercio que ha firmado Colombia en las últimas décadas, que le han permitido enmarcarse más en el concierto internacional con nuevos bríos. El país económico ha cambiado gracias a los TLC en varios mercados, como el estadounidense, por ejemplo, en donde se han duplicado las exportaciones nacionales en una década, y con la Unión Europea han crecido casi 25%. Son más de 12 TLC con los mercados más dinámicos del mundo, unos con grandes repercusiones para la red productiva local, que les han permitido a empresas colombianas vender en lugares impensables. Es un hecho que la globalización, el avance de las economías de mercado, el libre comercio y las grandes inversiones son los pilares del desarrollo global, a lo cual no se accede sin tratados de libre comercio.
Pero más allá de las políticas públicas enfocadas a abrirles mercados a los productos y servicios nacionales están los beneficios para los consumidores. Hay artículos de primera necesidad en los que el país no es competitivo y que se consiguen en otros mercados mejores y más baratos. Si Colombia no hubiese avanzado en los TLC, varios artículos de tecnología o automotrices nunca hubiesen llegado, condenando a los consumidores a un atraso social similar al de Cuba o Nicaragua. Los TLC logran que los países se especialicen, se concentren en lo que son mejores, más productivos y competitivos, al tiempo que derraman desarrollo entre los consumidores, quienes tienen acceso a tecnologías imposibles de producirse localmente. Tirarles piedras a los TLC para conseguir votos, de cara a las próximas elecciones, es un error enorme que se aprovecha del desconocimiento de las personas. Y tal como lo dijo el presidente Iván Duque desde Londres: “cuando se han forjado relaciones comerciales que traen inversión, que generan empleos y oportunidades, romper con eso sería una estupidez sin precedentes (...) Las políticas de Estado llevan a que tengamos más comercio e inversión. Quien hoy en día espante la inversión y el comercio solo va a generar un castigo a las oportunidades en el país”.
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