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La inédita disputa entre el Ministerio de Hacienda y el Banco de la República por el rumbo de la economía es un mal espectáculo al que se le debe poner fin antes de que haga daño.
El peor espectáculo es el que están dando el Ministerio de Hacienda y el Banco de la República por saber quién tiene la razón en si la economía está estancada en su crecimiento o si tuvo un desempeño aceptable de 2,3% o de 2,8%, durante los dos últimos trimestres. Un episodio inédito y lamentable que nunca se había ofrecido en la vida del Emisor como institución independiente desde la Constitución de 1991. Y en medio de las dos autoridades económicas está el Dane, una entidad de más de 65 años que en esta oportunidad ha revolcado irresponsablemente las cifras al intentar revisarlas a su antojo sin mucho criterio técnico generando una disparidad estadística que ha puesto todos los análisis económicos patas arriba.
El ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, es quien preside la Junta Directiva del Banco de la República y está obligado a encauzar sus comentarios en contra del gerente general de la entidad, Juan José Echavarría, quien cometió la ligereza de hablar sobre política en los medios de comunicación y sustentarlo durante la pasada Convención Bancaria; palabras precisas y de alto voltaje que juzgaban a la polarización política como un elemento generador de bajo crecimiento; comentario inesperado en un banquero central, pero respaldado por los principales banqueros a quienes les preocupa la polarización que vive el país y el riesgo que este ambiente tiene en la toma de decisiones para realizar nuevos negocios. A todas luces es una confrontación muy dañina para la economía colombiana que ya muestra variables buenas desde el manejo de la inflación, una beneficiosa tasa de cambio por encima de $3.250 por dólar para las exportaciones y con una tasa de intervención en el mercado estable de 4,25% en más de 13 meses; más una inversión extranjera que creció 68%, datos que van en contravía o contradicen un desempleo galopante de más de 10% y un ánimo muy bajo en el consumo y en capacidad instalada de las empresas.
Tanto Carrasquilla como Echavarría pueden tener razón en sus posturas sobre el rumbo de la economía, pero mejor si se hubiesen sentado como buenos técnicos que son a tratar estos puntos de vista al interior de la Junta Directiva del Emisor al lado de los otros codirectores, si eso hubiera ocurrido otra situación se estaría comentando. Aún no es tarde para llamar la atención a dos de los economistas más importantes del país para que calmen sus ánimos, moderen sus posturas para que no sean utilizados por los grupos polarizadores como cabezas de dos bandos políticos opuestos. Ya las ciencias económicas tienen suficientes profetas de cientos de escuelas para que en Colombia se instalen otras dos: una en defensa del Ministro y otra que rodea al banquero central. Un peor escenario no se puede pintar, pues ambos funcionarios están en el meridiano de sus roles y funciones oficiales, tareas que no se pueden signar por una guerra sin cuartel en donde pierden empresarios y consumidores. Mucho menos esta disputa debe convertirse en una carrera muy prematura por la gerencia del Banco de la República, pues aún falta bastante tiempo para ese enero de 2021 cuando acabe el periodo actual. Por ahora todos deben ser conscientes del papel que tienen sobre sus hombros y alejarse de esos militantes que los están empujando a una confrontación mala para la economía.
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