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EDITORIAL

Ni Catatumbos ni calles del Bronx en el futuro

martes, 31 de mayo de 2016
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Gobiernos locales, regionales y el nacional, no pueden ceder ante las protestas que emergen cuando el Estado hace presencia en sitios críticos

Al Presidente se le vino el mundo encima por haber dicho que la situación del Catatumbo era una suerte de calle del Bronx, pero en versión más grande o nacional. Las críticas no se hicieron esperar y finalmente el Primer Mandatario decidió recular en su comentario y exaltar la calidad humana de las personas que habitan esa zona de Norte de Santander. Y está bien que Santos no entre en disputas semánticas y en evidentes revictimizaciones de gente olvidada por el Estado, pero no son muchas las diferencias entre la tristemente famosa calle bogotana y la rica región del norte de Colombia.

Mientras la calle del Bronx era hasta hace una semana un pueblo independiente capturado por la indigencia y los vendedores de drogas, a muy pocos pasos de la Casa de Nariño y de la Alcaldía Mayor de Bogotá, la subregión del Catatumbo es un inmensa zona al noreste de Norte de Santander, entre la Cordillera Oriental y la frontera con Venezuela, donde los cultivos de coca pululan protegidos por columnas de guerrilleros del ELN y docenas de señores del narcotráfico y las bandas criminales que antes eran paramilitares. Muchos se rasgaron las vestiduras por el comentario del Presidente, al tiempo que ponían en entredicho la intervención de la Alcaldía de Bogotá en la otrora calle del Cartucho. Los colombianos no pueden seguir siendo bipolares frente a los delincuentes, cualquiera sea su ubicación geográfica; el viejo trauma de “cójanlo, cójanlo, y luego, suéltenlo, suéltenlo”, no puede marcar la postura de la sociedad frente a esos epicentros de narcotráfico y delincuencia.

La situación del Catatumbo amerita una intervención del Estado con presencia militar, captura de narcos y ataque frontal a los guerrilleros, tal como se hizo el pasado fin de semana en el Bronx. Claro también debe haber una atención a la comunidad posterior a la intervención para que el Estado no solo muestre su garrote, sino que también de un poco de zanahoria.

Cómo se puede desconocer que en un solo fin de semana en el Catatumbo secuestraron a tres periodistas, que los asesinatos se cuentan por docenas y que los comandantes de la guerrilla le demuestren a todo el país que son ellos quienes mandan en esa zona rural, tal como los jefes del Bronx hacían conocer su fuerza cometiendo los más terribles delitos. El país y Bogotá no pueden seguir haciéndose los de la vista gorda con esos focos de delincuencia, las autoridades y el Estado total deben no solo intervenir esas zonas sino acompañar los procesos de resocialización y de seguridad completa. Ni los campesinos del Catatumbo ni los comerciantes del Bronx son delincuentes y merecen la protección de los gobiernos locales, regionales y nacional. Pero tampoco se puede ceder ante la protesta organizada de los afectados.

No hay que esperar a que el posconflicto llegue en pleno para empezar a tener la presencia del Estado en todos los rincones del país y eso son los conflictivos e inseguros Bronx y Catatumbo.

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