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Los tiempos de posconflicto que se vienen ameritan que el Estado conozca el campo, pero más aún, qué hacer con él.
El economista contemporáneo más influyente entre funcionarios, empresarios y académicos colombianos es el profesor de la Universidad de Columbia, José Antonio Ocampo, quien liderará la Misión Rural, una especie de buena intención para construir desde a academia la hoja de ruta que tendrá el agro colombiano para las próximas dos décadas, lapso que estará marcado -sin lugar a dudas- por el posconflicto. Es un proyecto bien pensado, una estrategia que no se limitará solo a la producción agropecuaria, sino que apunta a un “enfoque integral del campo colombiano”.
Se centrará en cinco ejes temáticos: el rol de lo rural en el desarrollo del país; el desarrollo rural para el cierre de brechas sociales; la provisión de bienes públicos para el campo; el desarrollo agropecuario sostenible y competitivo, y la institucionalidad moderna y eficiente. El campo, lo rural, el agro, son todas palabras que los periodistas, los académicos y los políticos usamos como sinónimos, pero que en el fondo tienen grandes diferencias conceptuales. Pero son los subsidios los que más desprenden puntos de vista distantes. Dice Ocampo, por ejemplo, que la política de subsidiar a largo plazo no es una buena política; puede servir para ayudar a sectores en condiciones difíciles, pero a largo plazo lo que hay que hacer es que el sector agropecuario sea competitivo, y esa es la tarea más importante. Por eso se necesita de las provisiones de bienes públicos de tecnología, de riego, de infraestructura de carreteras; a eso habría que darle una atención preferencial.
Ojalá con la Misión Rural no nos pase lo mismo que con el estudio de Monitor durante el gobierno de César Gaviria o con el de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) sobre la movilidad en Bogotá durante la alcaldía de Andrés Pastrana, que fueron trabajos valiosos, pero que nunca se aplicaron. ¿Cómo podría incrementarse la productividad con un país en paz? Ocampo plantea que “hay personas que consideran que la paz por sí misma va a generar un efecto sobre el crecimiento económico. El propio Ministro de Hacienda ha escrito sobre esto en el pasado. Yo estoy menos seguro de que hay grandes beneficios para el país como un todo, pero para ciertas zonas rurales que han sido el epicentro del conflicto no hay la menor duda de que la paz va a ser un beneficio especialmente social y político. Lo que la gente quiere es la paz, independientemente si eso les va a generar o no un mayor crecimiento económico. Algunos creen que crecerá hasta 2 puntos la economía, yo creo que eso es más dudoso”.
Creemos que la Misión debe sugerir políticas para acortar brechas; y desde el punto de vista social y económico también esperamos que hayan propuestas sobre la manera de poner lo rural en el centro del desarrollo del país.
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