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La Cepal destacará en su informe anual la inversión china en América Latina, un fenómeno que también se da en África.
La `chinatización` de África comenzó hace casi un lustro, cuando la influyente revista The Economist escribió que "China rebusca en los escombros de la economía global, con la esperanza de acelerar su propio ascenso (...) Para ello cuenta con US$2.300 millones en reservas. Nadie tiene tantos dólares disponibles y el África subsahariana es la avanzadilla del laboratorio para pelear por la hegemonía mundial".
Pasaron los años y la realidad actual es que 30% de las importaciones petroleras del gigante asiático provienen del continente negro, y que ya hay instaladas más de un millar de compañías chinas esparcidas en casi todos los países de la empobrecida región, pero en la que aún existen recursos minerales que no han sido explotados con tecnologías de punta. De lo que no se había hablado oficialmente es que esa misma estrategia geopolítica y económica de China también se estaba dando ferozmente en América Latina.
Ayer, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe anunció que esta región "alcanzó en 2011 niveles récord de inversión extranjera directa de US$138.000 millones, gracias en parte al impulso de China, pese a que sigue siendo el tercer inversionista en los países latinoamericanos". Para la Cepal, en su informe de Inversión Extranjera Directa de 2010, "ese año Estados Unidos fue el principal inversionista en Latinoamérica con 17%, seguido de Holanda (13%), China (9%) y Canadá más España con 4% (...) En total, los ingresos alcanzaron en 2010 los US$112.634 millones con Brasil y México a la cabeza".
Que un organismo como la Cepal detalle la importancia de las inversiones chinas en América Latina es un campanazo de alerta sobre el cambio de eje económico del que mucho se ha hablado, pero del cual no vemos suficientes realidades. Es importante mirar cómo las inversiones chinas se abren camino detrás de Estados Unidos en la región y generan un interrogante obligado, y es si esos yuanes que llegan se originan en acciones geopolíticas o por verdaderos negocios. Es una inquietud que también se da en África, donde las multinacionales chinas ya tienen más influencia que las otrora emblemáticas corporaciones inglesas, francesas o estadounidenses.
En Colombia hay importantes inversiones chinas en el sector de las telecomunicaciones, en minas y petróleo, una situación muy parecida a la de Perú, Ecuador o Brasil, pero aún no se nota elocuentemente la presencia de las multinacionales del gigante asiático en el entramado económico nacional. Para la economía local, China solo sigue siendo un sinónimo de importaciones baratas, pero no de presencia corporativa influyente.
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