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EDITORIAL

Los salarios y el desarrollo de las regiones

domingo, 18 de enero de 2015
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Que paguen mejores salarios en capitales como Cali, Medellín o Bogotá ya es una realidad que no debe hacer escuela

En el mundo global es cada vez más extendido que la idea macro de Estado-Nación cede espacio a las regiones para que estas compitan y se enfrenten a los mercados y definan la ruta de su progreso. No quiere decir que se pierda el concepto de unidad nacional, pues el centro sigue definiendo y respondiendo por las políticas nacionales como defensa, seguridad, ambiente  y asuntos que requieren unidad de materia como la integración territorial  e infraestructura. Y esto nadie tiene que ver con el federalismo. 

Un país tiene sus propios “estados-regiones” que a través de la tecnología y la logística se comunican con el mundo y lo que debe hacer el Estado-Nación es ayudar a esas unidades a potencializar su propio desarrollo, incluyendo la definición de su vocación y desarrollo de sus fortalezas competitivas. Desafortunadamente, en nuestro país, la tecnocracia que inspira la política de desarrollo desde el centro aplica fórmulas uniformes a todas las regiones. Un ejemplo de ello es la creencia difundida que un tratado de libre comercio impacta por igual a las unidades territoriales. Por el contrario, si hay una inspiración regional del desarrollo, cualquier zona podría determinar que lo importante para ella es abastecer el mercado interno y no el internacional, por las razones que sean: lejanía de los puertos, carencia de  aeropuerto o insuficiencia de producción para atender una gran demanda. También hay regiones que saben que su opción está en ese gran mercado que brinda el tratado. Cada región crea las condiciones para competir en función de sus prioridades y en este sentido, instrumentos como el manejo de los impuestos y tarifas, optimización de la oferta de servicios, zonas  francas y facilidad para montar empresas y negocios son determinantes para la localización de empresas que generen riqueza y desarrollo.

La pasada experiencia del país con salarios diferenciales entre los centros urbanos y rurales influyó para que la mano de obra más calificada buscara opciones en las ciudades, profundizara las diferencias regionales y agudizara la pobreza en las zonas más vulnerables. La evidencia parece clara: no es a través de los salarios como se logra una mayor competitividad regional o a disminuir el desempleo local. Además, la realidad es que en las zonas con las mayores tasas de desempleo, como Chocó, los salarios son ya inferiores a las de otras zonas con menor desocupación.

Casos como Meta y Santander son aleccionadores en cuanto a su desarrollo y crecimiento, al igual que el relativo estancamiento de otras regiones. Cada región debe impulsar sus potencialidades y sembrar su propio desarrollo, como lo plantea  la agenda de competitividad del gobierno de Santos. Lo demás es seguir fomentando el centralismo.

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