MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
El último domingo del próximo octubre -en seis meses- habrá elecciones regionales y los candidatos deben empezar a hacer propuestas, que todo no sea la inercia política tradicional
La economía colombiana tiene cinco motores regionales que se mueven gracias al combustible que les imprimen sectores transversales como las minas y la energía; el consumo y los servicios; la agroindustria y el transporte. Actividades que se concentran en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga como cabezas metropolitanas que arrastran casi 60% del PIB, siendo la capital una cuarta parte de la producción de bienes y servicios. El rumbo que tomen esos motores económicos y las dinámicas que tengan en sus mercados internos determinan en buena parte el sendero del agregado económico. No es sino recordar por ejemplo que cuando a Bogotá o a Cali les va mal (casos específicos), por malas administraciones locales, todo el conjunto se afecta; la cicatriz dejada por la seguidilla de alcaldes de muy mala gestión en Cali todavía se siente en el desarrollo de la capital del Valle; también se pueden traer a colación las perversas gestiones en Bogotá que prácticamente condenaron a Colombia al estancamiento; y cómo olvidar a los alcaldes de Barranquilla que terminaron enredados por su mala tarea al frente de los recursos públicos. En esas cinco alcaldías y gobernaciones se juega el progreso el país: Cundinamarca, Antioquia, Valle del Cauca, Atlántico y Santander, junto con sus capitales, son regiones pilares del progreso de Colombia y ojalá no se improvise en el voto popular, pero para ello los candidatos a ocupar esas importantes dignidades no pueden ser inferiores al reto al menos de proponer ideas novedosas de desarrollo con base en el conocimiento de sus ciudades y regiones. No es el momento de improvisar con ideas novedosas o populistas, lejos de poder convertirlas en realidad; o con el objetivo electorero de hacerse medir para posteriormente presentarse a otros comicios. Hoy más que nunca los colombianos no pueden caer nuevamente en llevar a esas dignidades a candidatos que seducen, pero que a la postre son un fracaso para todos.
La verdadera tragedia de la política colombiana es el fracaso de los partidos, lo que ha convertido a las votaciones regionales en un festival de recolección de firmas y una carnaval de coaliciones sin mayores justificaciones de política pública que repartirse cargos y presupuestos. Nuevamente los colombianos nos enfrentaremos a una elecciones sin candidatos de partidos fuertes, sin ideas de desarrollo, sino a un portafolio de aspirantes sin mayor peso y muchos sin condiciones. Ojalá los aspirantes puedan traducir sus seguidores en redes sociales en votos reales y que la plaza pública vuelva a ser el epicentro de las decisiones. No es lo mismo recorrer los barrios y los municipios para conocer sus problemas y hacer propuestas que enfocarse en likes, seguidores y tweets. Insistimos en que hoy más que nunca se necesitan candidatos reales para problemas evidentes que no se solucionan siendo populares en redes, tal como puede ser el equívoco de muchos de los que hoy están al partidor electoral. No solo se trata de escuchar ideas y propuestas para solucionar problemas crónicos como el centralismo que asfixia a las regiones, sino de oír cómo manejarán los escasos recursos públicos y cómo blindarlos de la rapiña de los contratistas y de la corrupción que se ha convertido en el tema más complejo a ser solucionado. Ya se entró en la recta final de los seis meses y es bueno ir escuchando ideas más que nombres proactivos.
La división política de Colombia es obsoleta, defendida a capa y espada por el centralismo, poder diseñar 10 o 12 regiones es la tarea que tienen los líderes políticos hacia 2030
El desarrollo del país y la guerra contra la pobreza está en manos de las licencias, tanto previas como ambientales, convertidas en un sainete que condena generaciones a la miseria
La Junta Directiva del Banco de la República se reúne por penúltima vez para revisar si las tasas de interés siguen cayendo, es momento de hacerlo antes que una recesión llegue