La tributaria del pacto fiscal será durísima

El estallido social que llevó a Gustavo Petro a la Presidencia, ocurrido entre 2019 y 2021, fue aparentemente generado por la presentación de una reforma tributaria que buscaba equilibrar las cargas sociales y dejar al país económico en una mejor posición frente al desarrollo social. Ahora, el primer gobierno de izquierda en la historia nacional, prepara una propuesta de reforma tributaria, idéntica a la que atacó de manera violenta y que ocasionó 80 muertos.

La idea de nuevos impuestos ya está en la agenda del Ministerio de Hacienda: será presentada al Congreso a finales de julio, antes de que Petro comience su último año de gobierno; buscará recaudar entre $19,6 y $25,4 billones; eliminará exenciones; bajará el monto de ingresos sobre los cuales se debe declarar renta; tratará de igualar tributos de consumo con IVA; arremeterá contra la evasión, y lo que no es menor, cargará de más impuestos a las actividades extractivas, eso grosso modo, a mano alzada es lo que tiene en mente el Gobierno que de paso ha anunciado que la llevará al país a alcanzar una deuda externa de 61% del PIB y en 2027 a 63%, es decir, que a manera de ejemplo, de cada $100 del PIB, $63 serán deuda.

En términos presupuestales, solo el pago de intereses ascenderá a $80 billones, convirtiéndose en el Gobierno de turno que más ha endeudado al país sin una causa aparente. Vale la pena recordar que durante la pandemia la deuda subió a 60% del PIB, pero se fue reduciendo, ahora no hay ni causa ni justificación para llegar a tal situación. No hay un plan de ahorro de la administración central, se siguen engordando docenas de entidades improductivas que solo se justifican para generar empleos públicos a cargo de más impuestos.

Lo curioso es que el entorno macroeconómico goza de unas cifras relativamente buenas, la inflación -según el Marco Fiscal de Mediano Plazo- bajará a 4,5% este año y entrará en la franja del Emisor en 2026; el crecimiento del PIB se estima en 2,7% para 2025 y de 3% para la entrega del mandato en 2026.

Y si el entorno macro es bueno, por qué la plata no le alcanza al Gobierno, simplemente porque se gastó más de lo que le ingresó; y lo peor es que el gasto se va en el funcionamiento de la Nación, no se ven obras, no se ven inversiones o reducción de la pobreza. Es más que evidente el desbalance entre gastos e ingresos, y eso se quiere solucionar con una reforma tributaria draconiana similar a las atacadas cuando no eran Gobierno.

El Ministerio de Hacienda se enfrentará a una debilidad en el Congreso de la República, donde no tiene mayorías y ha sido derrotado en las últimas grandes reformas presentadas; dijo el Ministerio de Hacienda que no hay un plan B para suplir si la tributaria no pasa en el Congreso, pero sí lo hay, es apretarse el cinturón y eliminar actividades que no aportan nada al país y menos a la economía.

Es bien difícil que la tributaria pase entre agosto y diciembre, justo los meses en los que senadores y representantes estén en campaña para salir elegidos al nuevo Congreso de 2026-2030. El costo político de una reforma tributaria en este momento es destructivo y serán muy pocos los parlamentarios que se apliquen a fondo para sacar el tema adelante y prestarse para ponerle más impuestos al mismo puñado de colombianos que pagan renta, más las empresas, los dos actores sobre quienes siempre recaen los impuestos.