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EDITORIAL

La planeación es la clave contra El Niño

jueves, 31 de julio de 2014
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Todos los diagnósticos y las acciones contra el cambio climático ya estaban en los anaqueles. No hay quién ejecute.

El Fenómeno de El Niño ocurre aproximadamente cada 24 meses y en algunos años u ocasiones es más fuerte que en otros, pero siempre sucede lo mismo. Al punto que a muchos de los hoy ministros y directores de oficinas estratégicas les ha tocado enfrentar el fenómeno climático en varias ocasiones y aún no aprenden. Pero el desenlace siempre es el mismo: cultivos perdidos, embalses secos, ganado muerto, incendios forestales, acueductos sin terminar y ríos sin cause, la fotografía del momento puede ser la misma que la registrada en los años anteriores.

Incluso las alocuciones de los mandatarios locales, regionales y nacionales, incluyendo las intervenciones de ministros y funcionarios son casi calcadas. Dicen las mismas cosas y sacan similares baterías de acciones a las cuales nunca se les hace seguimiento. El Niño de 2014 se venía anunciando por las autoridades del ramo desde hace meses, pero nadie hizo nada para prevenir, pues no se puede evitar y a los afectados solo se les ocurre salir a pedir ayudas estatales que no son otra cosa que dinero gratis de todos los contribuyentes.

La gran pregunta para reflexionar y evaluar es qué hemos aprendido de ‘niños y niñas’ anteriores. Quizá lo único importantes es que por estos días no hay un S.O.S. en los embalses y el sistema interconectado parece funcionar, pero por lo demás siguen los mismos problemas y, lo que es peor, con las mismas soluciones. Sabemos que vivimos en el trópico que aquí no existen estaciones marcadas, que vivimos en medio de dos grades periodos, uno de mucha lluvia y otro de menos aguaceros, entonces por qué no se implementaron los prometidos sistemas de riego o se capacitaron a los campesinos para que pongan a andar tanques de reserva de agua.

No es otra cosa que improvisación pura y dura. Mucha improvisación y siempre nos golpea la moraleja de la fábula del ‘pastorcito mentiroso’ que nadie le creyó cuando sobrevino la tragedia. “Qué viene el Niño... que viene el Niño”. Somos una cultura de la abundancia y consigo de la malversación y derroche de recursos; un país de una riqueza inigualable en ríos, lagunas y lluvias, pero que no ha asimilado la cultura de guardar, administrar y dosificar el preciado líquido.

Es curioso que el Departamento Nacional de Planeación dedique millonarios recursos a diagnosticar las consecuencias del cambio climático y no haya sido capaz en la última década de presentar un marco de planeación y desarrollo sobre cómo enfrentar los ‘Niños’ venideros. Estamos seguros que el Ministerio de Hacienda solucionará todo con una plan de ayudas para los afectados por la sequía, que no será muy diferente al plan de ayuda por las inundaciones y así sucesivamente sin tomar el toro por los cuernos.

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