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EDITORIAL

La pesadilla que atraviesa la economía de Brasil

viernes, 4 de marzo de 2016
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Tasas altas, inflación por encima de 10%, crispación política y casos de corrupción, están asociados al modelo económico

El año pasado la economía brasileña se contrajo 3,8%, uno de los peores datos de su historia reciente y que echa al traste gran parte de los avances sociales que había alcanzado el motor económico de América Latina. Lo peor se vive en materia de empleo, pues la situación ha obligado a las empresas a recortar sus planes de inversión y a despedir a más de 1,5 millones de empleados. Todo está servido para que el gobierno brasileño declare la peor recesión de su historia, al menos en los últimos 25 años (desde 1990), cuando la economía atravesaba por una hiperinflación y la cesación de pagos de su deuda externa, algo muy parecido a lo que vive la Venezuela actual de Nicolás Maduro.

¿Dónde se origina la crisis? A finales del año pasado, la sociedad brasileña experimentó la mayor huelga petrolera en 20 años; al tiempo que soportó la revelación de varios hechos de corrupción que debilitaron la gobernabilidad de Dilma Rousseff. Pero el verdadero epicentro de la crisis está en haber puesto todos los huevos en la misma canasta: Brasil enfocó todas sus exportaciones al gigante mercado de China, que se convirtió en su primer socio comercial. Cuando vino la debacle de los precios internacionales de los commodities, el país no logró diversificar sus ventas al exterior, y la ralentización del crecimiento chino impactó a las empresas brasileñas de manera notable. Luego vino el repunte de la inflación y la consecuente alza de tasas de interés para aliviar el rebrote del costo de vida. Ahora esa gran economía atraviesa por una dura etapa de ajuste en medio de una incertidumbre generalizada y un pesimismo que contrasta con la imagen del país que nos habíamos acostumbrado a mirar. El resultado de todo esto es que el crecimiento económico de Brasil es el más bajo de todos los países del G-20 y además cuenta con la mayor inflación del Grupo, de 10,7%. 

Brasil está en recesión y eso no se puede ocultar, pero lo peor es que es una situación que no se presentaba hace varias décadas y que obliga a todos los estamentos sociales (gobierno, empresas y trabajadores) a realizar reformas profundas y a dar un giro obligado  a sus fórmulas económicas. Y tal como a Colombia le sucede cuando a la economía de Estados Unidos le va mal o entra en una etapa de reorganización, que ineludiblemente se enferma, a Brasil le pasa lo mismo con China. Pero son los países de Mercosur, especialmente Argentina, Paraguay y Uruguay, a los que más les afecta una larga crisis en Brasil. La devaluación del real no es buena para estas economías que dependen de su socio natural y destino de gran parte de sus exportaciones.

La pesadilla que se vive en Brasil asociada con la situación económica va a durar al menos unos 24 meses más, tiempo suficiente para que sus gobernantes planteen un giro en su modelo de producción y de exportaciones.

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