La economía necesita sacar más petróleo

Fue en diciembre de 2023 cuando el presidente de Colombia, Gustavo Petro, intervino en la cumbre de la ONU sobre cambio climático de Dubái y reiteró un anuncio presidencial que venía haciendo desde tiempos de candidato: “Colombia ha decidido no firmar más contratos de exploración en carbón y petróleo y gas”, en adelante el compromiso es reducir las emisiones de efecto invernadero en un 51% para 2030, al tiempo que aclaró que el país seguirá produciendo hidrocarburos, porque siguen adelante tanto los contratos de explotación vigentes como los de exploración firmados hasta ahora, pero no habrá una expansión de nuevas operaciones.

“De esos contratos de exploración vigente, a lo mejor habrá más petróleo y más carbón explotable, pero el hecho de que la decisión política sea no firmar nuevos contratos significa que hemos puesto un límite en el tiempo”. Esa postura ideológica sobre la actividad extractiva nunca fue acompañada de un modelo matemático que acompañara la decisión de atacar un producto que representó 30,33% de las exportaciones el año pasado y dejó transferencias por $42 billones a la Nación; y al mismo tiempo, que es la mayor fuente de las regalías ($9 billones en 2024), impuesto con que los departamentos y municipios del país desarrollan programas de crecimiento avalados por el Departamento Nacional de Planeación.

La decisión de no otorgar más licencias para la exploración de hidrocarburos se dio en medio de altos precios del combustible, que rozaron los US$90 el barril y que marcó el descenso de la producción de gas, que viene cayendo a dos dígitos anuales. El Presidente y sus autoridades minero energéticas no se dieron cuenta de que Colombia pudo exprimir más (sacarle provecho) a su industria minero-energética con el fin de resolver muchos problemas de pobreza crónicos; se dejaron de vender miles de barriles diarios de crudo, más toneladas de carbón y se perdió la autosuficiente en gas, por una postura ideológica que va en contravía de la disminución de precariedades.

La guerra en Ucrania y la tensión en Medio Oriente, más la demanda de petróleo creciente, fueron una oportunidad perdida para Colombia que ahora ve cómo Ecopetrol cede en ingresos trimestrales, baja en utilidades, y lo peor, sin una hoja de ruta para recomponerse hacia el futuro; claramente, nunca hubo la necesidad de frenar las licencias de exploración ni de bajar la producción; mucho menos salir de las operaciones de fracking que se venían haciendo en Estados Unidos.

Las acciones de la estatal petrolera están cayendo notablemente en el mercado secundario por los “aceptables” resultados en el primer trimestre del año. Las utilidades de la estatal en el primer trimestre del año fueron $3,12 billones, una caída de 22,1% frente a los $4,01 billones registrados en el mismo trimestre de 2024. Para el medio millón de tenedores de acciones de la estatal petrolera ver cómo su papel valor pasa de unos $2.000 a poco más de $1.600 es una pésima noticia, que solo tiene explicación en la decisión suprema del Gobierno Nacional de aminorar el papel de Ecopetrol en el negocio del crudo.

El actual Ministerio de Minas y Energía es de corte petrolero y tiene la responsabilidad de hacer entrar en consciencia al Presidente de que el país necesita del crudo para poder sanear las finanzas públicas y fortalecer el papel de las regalías en las regiones, de lo contrario, será muy alta la cuenta de cobro que le pasará la historia.