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El primer año de gobierno de Trump visto desde lo económico ha sido bueno para su mercado interno, más aún para el recaudo. Caso Apple
El próximo sábado el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumple un año de administración de la economía más importante del mundo. Y las cosas desde la óptica meramente económica están marchando bien para su mercado interno, fiel a su slogan de “american first”, América primero que ha sido su grito de batalla.
En lo corrido del año pasado la inflación de Estados Unidos solo llegó a 2,11%; el crecimiento proyectado para 2017 será de 3,4% según el FMI; el desempleo registrado a diciembre fue de 4,1%. Cifras que lo alejan de los vaticinios apocalípticos de sus detractores. Si bien su estilo no es el más adecuado y en términos macroeconómicos ha vuelto al proteccionismo cerrando las puertas a los tratados de libre comercio, en el frente del recaudo las cosas van muy bien. Pero el postre real de este primer año de Trump en el poder tiene que ver con la motivación, la fuerza que ha hecho sobre las grandes compañías para que regresen a territorio estadounidense, no solo con más tributos sino para desarrollar sus empresas.
La noticia de enero en el frente de las multinacionales es que Apple -la compañía más exitosa de la historia reciente en marca, innovaciones y ventas- anunció que “repatriará cientos de miles de millones de dólares de otros países a Estados Unidos y pagará alrededor de US$38.000 millones en impuestos sobre ese dinero y gastará decenas de miles de millones en empleos, fabricación y centros de datos en territorio estadounidense en los próximos años”. Una situación que, a los ojos de Bloomberg, es un avance enorme en término de resultado económicos para el comienzo del segundo año de gobierno del polémico presidente republicano, que desde ya ha dado luces de su presentación a un segundo mandato en dos años largos.
Que un presidente de un país haya logrado que una de las empresas insignias de la cuarta revolución industrial regrese al territorio donde nació y pague impuestos, es un enorme avance. “Estamos enfocando nuestras inversiones en áreas en las que podemos tener un impacto directo en la creación de empleo y la preparación laboral”, dijo el presidente ejecutivo Tim Cook en el comunicado, que aludía a su nuevo enfoque en Estados Unidos. Y es que Apple tiene la reserva en efectivo más alta fuera de EE.UU. entre las empresas estadounidenses, unos US$252.000 millones, dinero que -según Bloomberg- se repatriará, dejando solo una pequeña porción para inversiones internacionales como tiendas minoristas. “El fabricante del iPhone planea gastos de capital de US$30.000 millones en EE.UU. durante cinco años y creará 20.000 nuevos empleos en sitios existentes y un nuevo campus que pretende abrir”.
El balance de este año desde lo económico es bueno, pero hay otras opiniones. El economista, Robert Scott, dice que si bien algunos números son positivos, estos se enmarcan dentro de una tendencia de ocho años que ahora es amenazada por Trump. “La recuperación viene desde 2010. Sin embargo, hay varios indicadores preocupantes. Por ejemplo, el número de puestos de trabajo creados está bajando. O el crecimiento de los salarios, que es débil”. En conclusión, hay una nueva forma de ver las relaciones entre los gobiernos y las empresas tendencia que debe hacer pensar a quienes quieren gobernar los países emergentes en la región.
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