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EDITORIAL

La dicotomía de los taxistas

jueves, 7 de febrero de 2019

Ni los taxistas ni empresas como Uber o Cabify están ganando una guerra que tiene pendiente su destrucción creativa donde gana el usuario

Editorial

Dicotomía es la división de una cosa compacta o individual en dos partes, en conceptos o situaciones. Se acude a esto para poder entender los fundamentos estructurales de algo. Se trae a colación la sonora palabra para explicar un poco la situación de mercado en que se encuentran los taxistas, a pocos años después de que entraran con fuerza sus novísimos competidores, Uber, Tappsi, Cabify o Easy Taxi, entre otros servicios conocidos en algunos países como VTC (Vehículos de Turismo con Conductor) o Servicios Especiales, en Colombia. La dicotomía de los taxistas es calidad y costo, dos promesas que determinan su uso por parte de los usuarios.

Empecemos por decir que el servicio de taxi en Colombia es una suerte de contradicción de monopolio atomizado conformado por tres o cuatro grandes empresas asociadas en cooperativas que compran vehículos y emplean informalmente a miles de conductores quienes no gozan de prestaciones sociales y han encontrado en esa labor una manera de sobrevivir. Dichas cooperativas el pagan a los distritos o municipios costosos “cupos” que valen más que un carro para poder explotar este servicio neurálgico en todas las ciudades del país.

La dicotomía de los taxistas: costo-calidad, no les ha permitido a las estructuras actuales enfocarse en su futuro y se han concentrado en combatir políticamente a los disruptivos, Uber o Cabify; ganando algunas batallas, pero no la guerra que amenaza con ser larga y dolorosa. El usuario por su parte, se ha inclinado por un tercer elemento (más allá de costo y calidad) que se empieza a desteñir en los VTC, que es la seguridad, pues son cada vez más frecuentes los actos delictivos cometidos en Uber y sus similares.

Los taxistas hoy tienen un respiro generado por las autoridades de tránsito, pero no han hecho mejoras en la calidad de su servicio. Cosa distinta se ha visto en el costo, pues el valor de un Uber es siempre más alto que el de un simple taxi y se corre el riesgo de pagarse diferido en la tarjeta de crédito. De esa dicotomía no hay salida tipo “todo tiempo pasado fue mejor”, los Servicios Especiales caminarán entre los usuarios a pasos agigantados enfocándose en bajos costos y alta calidad, y por supuesto seguridad.

El problema para Uber es que su servicio se “colombianizó” y ya ha sido capturado por otrora taxistas que desertaron de los amarillos para montar un negocio independiente, pero con los mismos defectos de calidad y un valor más alto. En Colombia se está ad portas de revolucionar el servicio de taxis a través de un salto cualitativo que tenga epicentro en el usuario o consumidor no en las viejas estructuras.

La dicotomía de los taxistas: costo-calidad, es un hecho económico bastante estudiado desde la década de los años 50 bajo el concepto de la “destrucción creativa” de Joseph Schumpeter, ampliamente desglosada en su texto “Capitalismo, socialismo y capitalismo” (1942).

El mercado del taxi en todas las ciudades colombianas está en medio de una batalla de contrarios, justo en un momento en el que el servicio se ha difundido hoy más que nunca y ha llegado a todos los estratos socioeconómicos, un boom que destruirá lo que conocemos en beneficio de nuevos productos o novísimas líneas de negocios que antes no se podían ni pensar; hoy en día la palabra la tiene el consumidor quien siempre preferirá pagar calidad a bajo costo.

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