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EDITORIAL

La crisis de la gremialidad en el sector agropecuario

jueves, 18 de agosto de 2016
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No solo la SAC atraviesa por una época de cambio en el sector, otros gremios pasan tragos amargos. 

 

La salida de Rafael Mejía de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, luego de 15 años al frente del gremio de gremios del agro, es todo un cambio de época para uno de los sectores más neurálgicos en términos de posconflicto. La SAC es el gremio más antiguo de Colombia con 145 años de historia y que llegó a ser muy influyente en la política económica en otras décadas. Pero si vemos la evolución, las cosas han ido a menos, y no solo por la Sociedad como tal, sino por la crisis que ronda a sus asociados presentes y pasados.

Varios problemas por resolver vemos en la actividad gremial del sector agropecuario. El primero tiene que ver con la polarización política que se vive al interior de las juntas directivas en torno a los acuerdos logrados en La Habana con la guerrilla de las Farc, sobre todo en los asuntos de tierras. Un segundo flagelo tiene que ver con la escasa representatividad en cada una de las actividades productivas de los asociados. Este problema se hizo evidente durante las llamadas marchas campesinas de agosto de 2104, cuando se demostró que por un lado iban los gremios del agro y por otro los campesinos. En pocas palabras, se hizo evidente que no había gran capacidad de manejar las bases del sector rural.

El tercer problema con el que tienen que lidiar los gremios del agro es el avance de las cooperativas entre los pequeños campesinos o microempresarios del campo, que sí les están resolviendo problemas básicos, como financiación, asociatividad, capacitación, investigación y transferencia de tecnología. 

El caso más loable es el de Colanta. Muchas actividades del campo prefieren apostarle al sector solidario para que los represente que a los gremios tradicionales. Un cuarto punto es que hay gremios de primer nivel y otros de segundo protagonismo. En la parte superior de la tabla se ubican los gremios que administran fondos parafiscales y gozan de buenos precios con la devaluación del peso, mientras que a media tabla y en la parte interior se hallan los que deben sobrevivir de la cuota de sus cada vez menos asociados.

Hay gremios muy fuertes como la Federación de Cafeteros que ha recobrado sus bríos luego de varios momentos críticos, o como Fedepalma que goza de socios exitosos en los negocios; también Fenavi, Fedearroz, Asoporcicultores y Augura, pero hay otros que están en una auténtica desgracia como Fedegan que no pertenece a la SAC, está enfrentado a Colanta, Unaga y Asoleche y perdió la administración del fondo parafiscal por malos manejos, según la Contraloría. No es bueno que los gremios del campo estén pasando una mala racha en este momento en que se rediseña su papel en el campo. No podemos olvidar que son los productores agropecuarios quienes más han sufrido las consecuencias de la guerra interna. Ojalá el Ministerio de Agricultura tome nota y ayude a reinventar esta coyuntura de la gremialidad rural. 

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