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EDITORIAL

Hay que insistir en que gobernar es ejecutar

martes, 18 de julio de 2023

Muchos de funcionarios clave del Gobierno Nacional han demostrado no ser buenos ejecutores del presupuesto, pese a que las necesidades e inversiones del país no dan espera

Editorial

Plata hay en las arcas nacionales, y mucha. Al Gobierno Nacional le fue aprobado al final del año pasado un presupuesto general por más de $405 billones y una adición de $25 billones el pasado junio, para un monto histórico de $430 billones, un dinero nunca visto por un gobernante en la historia del país, pero emerge una paradoja: mucha plata y poca ejecución.

El grueso de las entidades públicas tiene intactos sus presupuestos al cabo del primer semestre, una situación inaceptable en una sociedad llena de necesidades básicas no resueltas y de grandes precariedades. Esa es una situación inédita, pues la última administración nacional con pésima ejecución fue la del presidente, Andrés Pastrana, a comienzo del siglo XXI, que de cada $100 a la misma fecha solo había puesto en la economía $22.

Las cifras del gobierno Petro son similares, sólo ha colocado $27, monto que es mucho menor al de sus recientes antecesores. Se asume que la explicación de tal situación tiene que ver con la inexperiencia de muchos funcionarios clave, pero más al temor de los empleados públicos por enredarse en las cuentas con instituciones de vigilancia y control como la Procuraduría y la Contraloría.

La prudencia en todo lo que se firma puede ser una justificación viable máxime en un país en donde a nadie se le niega una investigación y en el que las cuentas públicas tienen muchos filtros. Lo cierto es que dinero de impuestos hay por montones para hacer vías, hospitales o colegios, las transferencias a los municipios y gobernaciones son lentas, las regalías casi no se tocan; el Estado en sí solo sabe hacer reformas tributarias, argumentar necesidades, pero las soluciones prácticas brillan por su ausencia y el desazón de las personas se refleja en los ya bajos niveles de aprobación del Gobierno Nacional que ha caído a pocos días de completar el primero de los cuatro años de administración.

Gobernar es ejecutar, no atesorar, pues sucede que hay necesidades sociales que no dan espera, como es dotar e implementar al país de unas políticas públicas eficientes que le permitan salir del subdesarrollo. El Gobierno Nacional es muy bueno denunciando problemas, argumentando necesidades, poniendo el dedo en la llaga de las situaciones crónicas irresolutas, pero a la hora de mostrar hechos concretos se raja; el mejor ejemplo son los subsidios que le entrega a los colombianos más necesitados a través del Banco Agrario.

La plata está, pero no logra entregarla con dignidad para los beneficiados ni con eficiencia profesional. Yerra el Gobierno cuando ataca a quienes les pidan eficiencia en el gasto y prontitud en las soluciones; peca cuando no hace autocrítica en su manera de actuar frente a los problemas; son muchos los casos problema, en el último año, en que se demuestra que los funcionarios actuales no son buenos ejecutando y que deben solucionar ese problema si en realidad quieren dar un salto social y sacar de la pobreza a más de 20 millones de colombianos, reto que no se logra si el dinero está en las arcas y no en camino de las soluciones.

Entregar subsidios a dos manos y prometer dinero público para construir la paz total puede ser un camino discutido para solucionar problemas estructurales, pero es la ruta de solución de problemas que se ha escogido; ahora se trata de que muestren obras, cosas concretas para poder evaluar sus políticas en estos primeros 360 días.

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