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EDITORIAL

En el agua no hay quien mande

viernes, 19 de septiembre de 2014
La República Más
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Ni las CAR, ni ambiente o Vivienda tienen la ruta de qué hacer con el agua en un país rico en el líquido, pero pobre en servicios. 

Poco a poco en la medida que se desvanece el fenómeno del Niño o al menos le perdemos el miedo de lo apocalíptico que se veía venir para este 2014 que pronto termina, se empieza a hacer evidente que no existe en el país una autoridad nacional que planee el tema del agua o al menos lo regule. En otras palabras, podemos decir sin temor a equivocarnos que es un asunto urgente, pero no importante para los gobernantes de turno, a no ser que se presente una fuerte sequía o una temporada de lluvias con inundaciones que nos evidencie el problema, ya diagnosticado no sabemos manejar el recurso hídrico que nos hace uno de los países más privilegiados.

La tesis se desprende de las conclusiones de la versión 57 del Congreso Internacional de la Asociación Colombiana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental que se reunió en Santa Marta este fin de semana. Mientras la excandidata presidencial Clara López plantea que el asunto es más del resorte del Plan Nacional de Desarrollo y de una concepción de orden estatal, la exministra y economista Cecilia López cree que los problemas del agua no se resuelven con más oficinas burocráticas; y una tercera salida más funcionalista que señala el senador y exalcalde Antonio Navarro, quien cree que en el gerenciamiento de las nueve grandes cuencas hay un hilo de solución al problema estructural, que nadie le ha puesto atención.

Son solo caras de un problema silencioso que nos preocupaba permanentemente, pues sequías e inundaciones no son pan de cada día, sino que llegan por temporadas, como los mundiales de fútbol. Pero  no debe ser un asunto gracioso preocuparse por el presente y futuro del agua, al mismo nivel que los empresarios se preocupan por la crisis de la industria. No solo el uso razonable del agua, sino su producción desde las fábricas del líquido en las altas montañas en tierras de páramos. Tomemos esta última palabra ‘páramos’. Su conservación, delimitación y reglamentación de su explotación, solo se hizo evidente cuando los títulos mineros otrora otorgados empezaron a materializarse con la extracción de minerales. Antes el tema no existía y por dos siglos miles de familias de labriegos se le fueron metiendo al páramo y ahora hacen parte del problema.

Y hacemos un alto en la palabra páramo, pues es allí en los bosques de niebla en donde arranca la zona gris en que está el agua. Por casi 24 meses, el Ministerio del Ambiente ha mentido persistentemente con la delimitación de Santurbán que funcionaría como una regla generalista para los demás sistemas de páramos en todo el país. Y si los últimos ministros han sido deliberados en sus compromisos falaces sobre las fábricas de agua, qué podemos pensar del agua como tema general. Siempre pasa, no nos preocupamos hasta que salta el problema. 

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