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EDITORIAL

El terremoto llega en momento de recesión

miércoles, 20 de abril de 2016
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Ecuador se apresta a vivir un año especialmente difícil, no solo por la tragedia natural sino por las condiciones económicas actuales.

La devastación y el dolor por la muerte de más de 500 personas y la destrucción física en varios centros urbanos, es sin duda una dura prueba para el pueblo ecuatoriano de la cual con seguridad saldrá adelante. Sin embargo, con pragmatismo respetuoso, hay que decir que la tragedia ocurrió en un momento inoportuno y cambia el orden de prioridades en favor de enfrentar la emergencia y el plan de recuperación en los distintos frentes, cuyo valor no se puede cuantificar con certeza.

El panorama económico de Ecuador es muy distinto hoy al de hace dos años. Hasta 2014, su economía registraba un repunte significativo que incluso llegó a considerarse como una de las revelaciones de la región. Como consecuencia de la caída en los precios del petróleo, principal fuente de ingresos y la revaluación del dólar, la situación y perspectivas económicas son preocupantes, pues la disminución de los recaudos del fisco ronda los US$7.000 millones, 20% del presupuesto y hay una pérdida de competitividad cambiaria sobre las exportaciones. El último informe del FMI dice que habrá una aguda recesión, con crecimiento del PIB de -4,5% lo cual afectará no solo a la actividad productiva en general sino el bienestar de la población.

El país es económicamente dependiente del petróleo y su modelo de crecimiento está basado en variables foráneas que no se pueden controlar internamente, en particular del dólar, moneda que adoptó como suya en enero de 2000 en el gobierno de Jamil Mahuad, quien en medio de un colapso generalizado de la economía, decidió renunciar a la moneda local y vincular la suerte económica de Ecuador a una moneda extranjera. En sentido estricto, perdió el control de la política monetaria y la entregó a la Reserva Federal de EE.UU., que no tiene dentro de sus prioridades la situación del pequeño país andino, que es la octava economía en tamaño de la región y con un PIB equivalente a la cuarta parte del colombiano.

Una devaluación del dólar como la registrada hasta hace dos años favoreció a Ecuador no por un esfuerzo interno sino como consecuencia de la política del imperio, en tanto que una revaluación de la divisa patrón como la que se vive ahora es una demostración del poderío norteamericano, pero afecta negativamente a las exportaciones del país suramericano.

Para enfrentar el problema fiscal, el gobierno de Correa ha anunciado un ajuste en las finanzas reduciendo el gasto público en un país con 50 entidades con rango de ministerios y proponiendo una dura reforma tributaria que incluye gravámenes que afectan a las clases populares, como impuestos a las bebidas gaseosas, cervezas y a la telefonía de las empresas. Colombia, como un gran vecino, debe estar atento a brindarle a los ecuatorianos cualquier ayuda, pues es uno de los países de las entrañas nacionales.

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