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La esperada carta de Larry Fink a los gerentes y presidentes de empresas se centra este año en importancia del cambio climático, manejo de capitales y la necesaria visión del largo plazo
Larry Fink es uno de los arquetipos del influencer financiero moderno. No solo porque es el CEO de BlackRock, sino porque maneja un fondo de inversiones cercano a los US$9.000 millones, dinero suficiente para desequilibrar cualquier bolsa de valores y por supuesto la inversión extranjera de un país emergente. Cada año publica una carta a sus colegas CEO de todo el mundo en la que marca una suerte de hoja de ruta de lo que será el año, obviamente en enero de 2020 no vio venir la pandemia ni mucho menos la catástrofe económica derivada del coronavirus, pero en esta oportunidad si se centra en las causas y en las consecuencias de los padecimientos económicos, políticos y sociales de esta situación.
Dice Flink que la recuperación de los mercados es un buen augurio para el crecimiento de la economía mundial en la medida que la pandemia retroceda; pero la situación actual sigue siendo de “devastación económica, con un desempleo muy elevado, pequeñas empresas que cierran a diario, familias de todo el mundo que luchan por pagar el alquiler y pagar los alimentos”. Más allá de la óptica inmediatista, el financiero alerta sobre la vulnerabilidad de los sistemas de jubilación y de la desigualdad en los países más desarrollados. Se refiere en su misiva a la violencia generada -haciendo referencia a lo sucedido en Estados Unidos- con base en la alienación alimentada por mentiras y oportunismo político: “los eventos del Capitolio son un claro recordatorio de lo vulnerable y valioso que es un sistema democrático”. Insta a los altos directivos a que acepten los desafíos que impone la situación actual: “la vacuna es un primer paso, pero el mundo todavía está en crisis y lo estará por algún tiempo. Nos enfrentamos a un gran desafío por delante (...) Las empresas que acepten este desafío y que busquen generar valor a largo plazo ayudarán a generar rentabilidades para los accionistas y construir un futuro más próspero y brillante”.
Es importante rescatar nuevamente el rol que están cumpliendo algunas compañías en este coyuntura, como las farmacéuticas y las compañías de comunicaciones que le dan un nuevo sentido al liderazgo del sector productivo. “Vimos empresas innovar rápidamente para mantener el flujo de alimentos y bienes durante los cierres. Además, se han intensificado en apoyar a las organizaciones sin fines de lucro que atienden a los necesitados”. Gran aporte de Flink en destacar que son las empresas las que han liderado la salida de esta encrucijada empujando la ciencia y la innovación, el problema es que algunos gobiernos han querido competir con los privados y dejar de lado el irremplazable aporte corporativo en todo el mundo.
Nunca sobra en este tipo de mensajes la sostenibilidad como centro de las inversiones: “el riesgo climático es riesgo de inversión”, volvió a repetir. “Los mercados comenzarán a valorar el riesgo climático en el valor de los activos, se desencadenaría una reasignación fundamental de capital. La sabiduría convencional decía que la crisis desviaría la atención del clima. Pero sucedió todo lo contrario, y la reasignación de capital se aceleró incluso más rápido de lo que esperaba. De enero a noviembre de 2020, se invirtieron US$288.000 millones a nivel mundial en activos sostenibles (...) Sabemos que el riesgo climático es un riesgo de inversión. Pero también creemos que la transición climática presenta una oportunidad histórica de inversión”.
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