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Los departamentos del caribe representan 10% del PIB y 13% del consumo de energía, servicio público caótico que vive de intervención en intervención sin solución a la vista
El Estado colombiano tiene que aceptar que ha fracasado en el suministro pleno de energía en la región Caribe y que ha sido inferior en la toma de decisiones estructurales que nivelen la electricidad de la Costa con el resto del país.
Los problemas energéticos en la Región Caribe o Costa Atlántica, conformada por Atlántico, Bolívar, Magdalena, La Guajira, Cesar, Córdoba, Sucre y el archipiélago de San Andrés y Providencia que abarcan solo 194 municipios, tienen una inmensa representación en el Congreso, cosa que nadie entiende y que es la principal causa del mal servicio de energía de esos departamentos; el populismo y la politiquería de sus representantes con el costo de las facturas ha sido histórico, solo consiguen privatizaciones seguidas de tomas del Estado, en un círculo vicioso de nunca acabar, pero no ayudan a poner en marcha soluciones estructurales.
Es la única región en la que se hace política con las facturas de la luz (o el aire acondicionado), en contra de las empresas públicas, privadas o extranjeras que presten en su momento el servicio. Nada les sirve, muy a pesar de que el resto del país ha contribuido materialmente con la solución al atraso eléctrico.
El Caribe ha sido protagonista de ocho privatizaciones en la historia reciente, todas motivadas por sus representantes políticos. La segunda causa del desgreño eléctrico es que no existe en esos departamentos una gran generadora hidroeléctrica, que dependa exclusivamente de la transmisión del interior y de las termoeléctricas (inversión extrajera) que incide en el precio de la energía en bolsa.
La tercera causa es la cultura del no pago y de las conexiones fraudulentas a un servicio público de todos; desde alcaldías, gobernaciones, universidades, hasta fábricas y unidades residenciales, han hecho de la piratería del servicio una forma de vida más barata. Una cuarta causa puede ser el anacrónico sistema interconectado y la bolsa de energía en el que las generadoras hidráulicas ponen el precio y reportan billonarias utilidades mientras quienes distribuyen y cobran el servicio quiebran irremediablemente.
Algo muy raro sucede si las grandes “moledoras de agua” son un buen negocio en invierno y en verano, mientras los transmisores, distribuidores y comercializadores, deben salir del mercado porque no pueden con el precio del kilovatio comprado en bolsa. El quinto causante de la crisis energética que se ve venir para el Caribe son los cobros hormiga en las facturas, que no solo revelan el consumo, sino el alumbrado público y hasta seguridad de los municipios.
Es inaudito que la Contraloría General hable del tema y no investigue a fondo el sofisma del alumbrado público, incluso en zonas rurales en donde no hay ni postes de energía. Y un sexto punto es el papel del Gobierno Nacional a través de la Creg, una suerte de Junta del Banco de la República, pero en el sector energético; capturada por otros jugadores y en desgreño total que no tomó las decisiones a tiempo.
Ahora que todo es un caos y que parece empeorará, sí salen a preocuparse ante las advertencias y decisiones de EPM y Air-E de salir del servicio previo acuerdo con el Ministerio de Energía, un negocio que intentaron desarrollar luego del estrepitoso paso de los españoles de Electricaribe. Es increíble que el Caribe tenga líos de luz cuando en La Guajira hay toda una pila (literal) de vientos y de sol. Lo que pasa allá es digno ejemplo del tercer mundo.
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