El buen dato de crecimiento se debe demostrar

La economía colombiana creció el año pasado 7,5% y se convirtió en uno de los países de la región con los mejores resultados económicos durante 2022 y el de mayor desempeño entre los 40 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Ocde, por encima de países como Francia, México, Indonesia y Reino Unido.

Sin embargo, el dato estuvo por debajo de las estimaciones del mercado, dado que se revisaron a la baja los resultados de los tres primeros trimestres del año pasado. Pero qué encierra la cifra y cómo explicarles a las familias que un dato positivo del PIB es una buena noticia.

Importante empezar por argumentar que todas las actividades de la economía colombiana, excepto la agricultura, registraron buenos números. Sectores como el comercio, mantenimientos, transporte y alojamientos, con un aporte de 2,1 puntos porcentuales al resultado total y una variación de 10,7% frente a 2021, fueron los de mejor desempeño. Dicho de otra manera, aún se percibe el coletazo de la reactivación postpandemia y mucho de lo alcanzado se debe a la normalización de las cosas en todos los rincones del país.

La industria manufacturera registró un crecimiento de 9,8% y 1,2 puntos de aporte, actividades artísticas y de entretenimiento, 37,9% y 1,2 puntos, administración pública y defensa, 4,9% y 0,8 puntos, y las actividades profesionales, científicas y técnicas, 8,3% y 0,6 puntos porcentuales.

El gasto de las familias y el consumo final tuvo una contribución de 7,1 puntos porcentuales al buen dato del PIB; la formación bruta de capital de 3,7 puntos, exportaciones de 2,4 puntos e importaciones de -5,7 puntos. Pero también hay alertas inquietantes, la demanda demuestra que el gasto de los hogares se desacelera mientras que el gasto público va en caída, lo que dicta una desaceleración desde finales de 2022, la razón no es otra que la tasa de interés del Banco de la República al sistema financiero que está generando presiones a la baja en las principales cifras.

El panorama económico al cierre de este primer trimestre es bastante malo: el crecimiento entre octubre y diciembre de 2022 fue de 2,9%, más bajo de lo que esperaba el mercado, y el Indicador de Seguimiento a la Economía de diciembre fue de 1,3%, según el Dane, tendencia que se ha profundizado en enero.

Se puede hacer fiesta por los buenos datos desde los gobernantes de turno, no obstante siempre cabe la aclaración de que el crecimiento del PIB no mide el nivel de desarrollo de un país, ni la calidad de vida o los resultados de su sistema educativo o sistema de salud, pero no se puede desconocer que los países con PIB grandes y en crecimiento tienen mejor salud, educación, infraestructura y servicios en general.

Otra de las críticas es que el ritmo del PIB no refleja los costos sociales y ambientales derivados de la actividad económica, una realidad que está replanteando las mediciones y que divide a economistas. Claramente siempre será mejor crecer que no hacerlo y la medición del PIB es el estándar más aceptado con el que las firmas calificadoras de riesgo hacen seguimiento a los números del país y es un dato determinante para la banca multilateral; en particular el caso colombiano es loable pues muy a pesar de las situaciones sociales crispadas, la economía es grande, se aleja del PIB chileno y se acerca al argentino, pero aún le queda en imperativo de lograr que lo sientan las familias, en particular por la generación de empleo.