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EDITORIAL

Educación de calidad requiere más esfuerzos

martes, 18 de febrero de 2014
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Mejores estudiantes necesitan mejores profesores, y a su vez, más exigencia en horarios y en las pruebas de calidad.

No es un secreto para nadie decir que los estudiantes colombianos están entre los más malos de los países de la Ocde a la luz de las pasada pruebas Pisa, tal como nos lo recuerda por estos días Anif. Pero lo peor no son los pésimos resultados que obtienen nuestros estudiantes de primaria, bachillerato y universitarios, sino que no hacemos nada por mejorar estructuralmente el sistema. Lo mismo sucede con la competitividad de la economía, que año tras año se raja en los rankings mundiales, pero nadie hace nada, más allá de dar conferencias y vivir del cuento sobre cómo mejorar sin resultados a la vista.

Lo grave es que la educación es el comienzo para mejorar la competitividad del país económico. ¿Cómo pedir a gritos que se mejore la infraestructura en términos de vías, si nuestros ingenieros fueron malos en matemáticas? Colombia figura entre los países de mayor rezago en la calidad de las matemáticas, donde está de 62 entre 62 economías. ¡Somos los últimos! En lectura ocupamos la posición 57 y en conocimientos de ciencias de 60. Somos un país en el que los líderes políticos, académicos y empresariales conocen las deficiencias, pero prefieren que sus análisis se queden en el Power Point y no se afecte una realidad social mediocre.

Y para romper esa realidad se necesita una verdadera reforma educativa donde se eleven los niveles de lectura, de pensamiento matemático y de aptitudes científicas. Para lograrlo hay que exigirles a los colegios y universidades mejores salarios para que puedan atraer profesionales de alta calidad en la docencia. Un profesor mal remunerado no tiene ninguna posibilidad de superación. Somos muy buenos en diagnosticar, en mostrar el caso de Corea del Sur, de Finlandia o de China, pero muy malos en lograr transformaciones en nuestra propia realidad. No hay doctores suficientes en las universidades como tampoco pedagogos especializados, ni mucho menos técnicos especializados en la enseñanza de primaria o secundaria.

El Ministerio de Educación se quedó a medio camino con la reforma educativa, perdió el impulso porque los estudiantes lo pusieron en jaque y muchas las universidades son muy buenos negocios, pero pésimos centros educativos. Estamos seguros de que si no se toman verdaderas medidas al respecto, seguiremos ocupando los últimos lugares en competitividad y calidad educativa. Ahora que se vienen elecciones al Congreso y a la Presidencia, se debe poner el tema de la calidad educativa en primera línea del debate. Hablar en general de calidad educación es fácil, lo complicado está en lograr consensos sobre mayores exigencias, nuevos horarios, un solo calendario escolar y pruebas a los profesores. Todo un revolcón que nadie quiere hacer.

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