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El dólar ha subido más de $160 en lo corrido de noviembre y durante el año unos $512 en contra corriente de los altos precios del crudo que siempre traen revaluación del peso
Los analistas económicos y financieros tenían la costumbre de mirar el precio del barril de petróleo para poder responder a la pregunta qué va a pasar con el precio del dólar, lo normal era que cuando el crudo subía, la divisa estadounidense bajaba, pero en los últimos meses ese movimiento de tijera se ha trastornado y hay jornadas en las que suben a la par, tanto el oro negro como su majestad el dólar, rompiendo todos los pronósticos de precio o las prospectivas de las monedas emergentes que se puedan hacer con tendencias momentáneas. Si se mira la coyuntura con ojos de cafetero, petrolero, bananero o floricultor, se desearía que la divisa no baje un peso y que mejor esté más cerca de los $4.000 que de los $3.500, pues por cada dólar exportado recibirán más pesos, que les servirán para pagar mejores salarios y adquirir los costosos insumos agropecuarios que demanda la producción.
Además del alza de las materias primas, el dólar caro tiene que ver con la escasez de la moneda en el mundo, como consecuencia del apalancamiento global en esa divisa que sigue reinando en los mercados internacionales. La Encuesta de Opinión Financiera de Fedesarrollo analiza que para este noviembre, que ya llega a su final, la devaluación supera 4,2%; solo este mes el dólar ha subido unos $160 y en lo corrido del año más de $512. Lo anterior no es bueno para la dinámica del consumidor y se puede plantear el daño de un dólar caro por varias razones: la primera porque el comercio electrónico ha ganado mucho espacio en las decisiones de los compradores a través de plataformas que venden en dólares; la segunda porque los insumos agropecuarios fundamentales para la producción de alimentos están dolarizados y pesan mucho en la formación de los precios; la tercera razón tiene que ver con el peso de los importados en la canasta familiar, que ha hecho que mucho de la inflación galopante de estos meses se explique con las dos razones anteriores.
Obviamente, el Gobierno Nacional no tiene muchas velas en este asunto, pues la oferta y la demanda de las divisas, la coyuntura de las materias primas y la situación de los mercados emergentes tienen fuerzas incontrolables desde el exterior; los precios del crudo, el oro o el cobre, siguen siendo inversiones refugio, que se mueven contracorriente y afectan las economías de los países dependientes de los bienes primarios.
Lo que sí puede hacer el Banco de la República con sus nuevos codirectores es revisar su política de tasas, de intervención del mercado y enviar mensajes a la economía mucho más sólidos que ahuyenten la incertidumbre que se ha aposentado sobre el rumbo que tomará el dólar en tiempos de inflación creciente hasta en Estados Unidos.
Lo más seguro es que en las próximas semanas cuando se empiece a propagar la información sobre los eventuales “cisnes negros” para la economía en 2022, seguramente habrá unos cuantos que tendrán que ver con el rumbo del dólar, el impacto de las criptomonedas, el dólar digital o una disruptiva moneda china que le quiera competir al Bitcoin. Un dólar caro le hace daño a toda la estructura económica del país, solo se benefician los exportadores y golpea las arcas nacionales en términos de deuda externa en dólares, pero mucho más a los millones de cuentahabientes que solo buscan viajar al exterior y hacer las compras por internet.
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