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ANALISTAS

Reformas políticas urgentes

viernes, 13 de junio de 2014
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Apremia suprimir la reelección del presidente para retornar a la sabia Constitución de 1886 que la permitía, sí, pero después de un período interpuesto y por una sola vez. Esto debería figurar hoy entre las reformas políticas inaplazables. Las reelecciones inmediatas y por tiempo indefinido son características de las dictaduras castro-chavistas.

Consideramos los colombianos que un presidente exitoso, como fue Álvaro Uribe durante su primer mandato, debía reelegirse. Pero no pensamos lo que podría acontecer con un mandatario tan incompetente como Juan Manuel Santos. Las razones a continuación son válidas para desistir, además, de la reelección de alcaldes y gobernadores. 

Dentro de las razones para eliminar las reelecciones se mencionan las desigualdades innegables que se crean entre los funcionarios públicos y sus contendores. La mayor inequidad se demuestra por los excesos de los gobernantes en el manejo de los recursos del Estado: para comprar votos; para prometer puestos y contratos; para hacer propaganda; para atemorizar a la población subsidiada si no votan por ciertas élites; por el abandono de los funcionarios de sus labores. La reelección de Juan Manuel Santos ha sido pródiga en ejemplos de todos estos abusos e inequidades. 

En todo este desbarajuste institucional se deplora la pérdida de poder del Congreso, la vinculación del señor fiscal Montealegre a la campaña de Santos… Si una de las bases de la democracia es la separación de poderes, pues la campaña reeleccionista los ha unificado todos, ha logrado una gobernabilidad sin precedentes, la misma que ha dilapidado. No la aprovechó Santos para realizar las grandes reformas en justicia, educación, salud, infraestructura, pensiones de jubilación, racionalidad y eficiencia en el estatuto tributario…

Otra reforma política importante. Como es sabido, la circunscripción nacional es el sistema de votación con el cual se elige a los senadores de la República. En este sistema se puede votar por una persona cualquiera en cualquier sitio del país. En otras palabras, los elegidos por circunscripción nacional son representantes en el Senado de todo el país y no de una región. Para la elección de los representantes a la Cámara, los concejales y diputados, se aplica la circunscripción regional, solo en su región pueden votar por ellos. 

En los Estados Unidos funciona algo más sensato. Cada estado de la unión elige solo dos senadores, sin importar la población. Los representantes para la Cámara sí se eligen en proporción a la población de cada estado. Algo por el estilo serviría por acá. 

El voto preferente también debería reformarse. En este sistema cada partido presenta una lista y el elector escoge dentro de ella. Quien más votos tiene, sin importar su posición en la lista, resulta elegido. Este procedimiento fomenta la compra de votos, los dineros ilegales y resulta ser muy complejo para los electores y para los escrutinios.

El voto no preferente para todos los partidos –no opcional como a la fecha- quizá resulte ser más conveniente que el preferente. En él las curules se asignan según la posición en la lista. 

El voto obligatorio lo sugieren algunos para amortiguar las compras de votos, encabezadas hoy por el propio presidente Santos, mañana podrían comprarlos las Farc. 

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