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¿Estímulo o austeridad? Por qué América Latina tiene la respuesta

jueves, 17 de mayo de 2012
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Protestas callejeras, gas lacrimógeno, signos reprendiendo al FMI; no, esto no es América Latina a principios de este siglo, sino Europa hoy en día. A medida que las economías europeas y de Estados Unidos se frenan, ha vuelto el debate de austeridad versus estímulo. Es una lucha que ya se ha presentado en América Latina, y el ejemplo de la región podría dar muchas respuestas al dilema de hoy.

Los disturbios en Grecia y España y la caída de Nicolas Sarkozy en Francia han puesto a los defensores de la austeridad en una posición difícil. Mientras tanto los partidarios del estímulo, quienes quieren más gasto e inversión, han ganado fuerzas.

El problema con el debate "estímulo o austeridad" es que presenta una opción falsa. Ambas opciones no son excluyentes, cada una se necesita  dependiendo de las circunstancias. En un entorno ideal los gobiernos proporcionan un estímulo en tiempos de vacas flacas y  austeridad (reducción del déficit) durante los buenos tiempos. El reto es encontrar el momento adecuado y mantener la disciplina. Como siempre, hay lecciones financieras para aprender de América Latina.

Los políticos y empresarios latinoamericanos han visto todo en las últimas décadas: auges, crisis financieras, crisis de pago de la deuda externa y crisis monetarias. Algunos países de América Latina lo experimentaron durante las décadas de los 80s, 90s o a principios del 2000. América Latina fue desacreditada en los círculos financieros y económicos debido a su historia dudosa pero esto enseñó a los líderes de la región una o dos cosas acerca de la gestión de la crisis y la planificación para el futuro.Cuando se trata de estímulos y  austeridad, Chile es un gran modelo ya que ha ahorrado para días lluviosos.

La economía chilena depende en gran medida del precio del cobre que fluctúa en función del nivel de la demanda mundial. Cansados de verse excesivamente afectados por cada recesión de EE.UU. o desaceleración mundial, durante el  2001 el gobierno chileno implementó una "regla fiscal" como una manera de lograr sostenibilidad fiscal a largo plazo. Cuando la economía está creciendo y los precios del cobre están por encima del promedio de diez años, el exceso de ingresos se guarda para usarse sólo cuando la economía se desacelera y hay una  disminución de los precios del cobre.

Durante el auge del cobre entre el 2003 y el 2008, Chile luchó exitosamente contra la tentación de reformar la regla, guardó sus ganancias, pagó su deuda a alrededor del 4% del PIB, y puso en marcha dos fondos soberanos con un valor actual de alrededor de $22 mil millones, o 20% del PIB. Cuando la crisis financiera mundial afectó a Chile, el país gastó US $4 mil millones en estímulo. La regla fiscal le permitió al gobierno operar con un déficit significativo. La economía chilena experimentó una recesión pero sólo se contrajo un 1,7% en 2009, frente al 3,5% de los EE.UU. La recuperación de Chile también fue más fuerte. Su economía creció un 5,2% en 2010 comparado con el 3% de la economía estadounidense.

Existen también algunos malos ejemplos en América Latina que ofrecen lecciones importantes. La austeridad impuesta por el FMI en Bolivia, Ecuador y Argentina llevó a la agitación social, el colapso de los gobiernos y la elección de dirigentes populistas radicales. Grecia y otros países europeos también se enfrentan a esta amenaza. Presionar demasiado  la austeridad en  economías débiles empujará a la gente hacia  extremos. Los partidos nacionalistas populistas en Grecia han cobrado fuerza en las últimas elecciones. Los poco populares recortes de gastos y  reducciones en pensiones recomendados por el FMI, el Banco Central Europeo y Alemania son blancos perfectos para  radicales y  nacionalistas de derecha.

Los europeos tienen un claro ejemplo de lo que ha funcionado en América Latina y lo que no. La historia de la región muestra la importancia del estímulo durante los malos tiempos seguidos por austeridad en tiempos de bonanza. Las economías todavía débiles de Estados Unidos y Europa podrían usar  estímulos adicionales, pero también deben contar con planes creíbles y reglas que garanticen el ahorro y la reducción del déficit en el futuro. Esto es más difícil de lo que parece, pero Chile ha demostrado que puede funcionar.
 

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