Yusty, todo un concept store de lujo con 100 años de elegancia

Enseguida se rodeó de una espléndida clientela: abogados, banqueros, médicos, diplomáticos, un público entusiasmado que en cafés y tertulias divulgaba la maestría de Yusty. “Pese al éxito, o quizá acuciado por él, mi abuelo, que era un sastre muy diestro, quiso mejorar y comprendió que para ello tenía que viajar. En los años 20 visitó Savile Row, cuna de la sastrería inglesa; de allí regresó cargado de telas inéditas en nuestro país y de proyectos y de tendencias de moda europeas y de nuevas técnicas de costura. A Inglaterra volvió en los años de penuria para abastecerse de tejidos con los que seguir atendiendo una demanda creciente. Esto le permitió conservar su taller en la década de los 30, cuando tantos otros cerraban mientras sus maestros se desplazaban a París”, apunta Daniel Yusty.

En 1945 José emprende un nuevo viaje. Esta vez se dirige a Nápoles: su sastrería, menos rígida que la británica, empezaba a desbancar a aquella en el gusto internacional. Rápidamente, Yusty adopta el estilo limpio y moderno de los napolitanos que se manifiesta en detalles muy aventurados para la época como el estrechamiento de los cuellos de las camisas y de las solapas de las chaquetas. “A mediados de los años 60 se incorporaron a la empresa sus hijos, Germán y José, la segunda generación, que heredaron del patriarca su interés por los viajes”, recuerda Yusty y añade: “Gracias a ellos descubrieron que en distintas ciudades europeas empezaban a abrirse boutiques para caballeros. Intentaron hacer lo mismo en Madrid y decidieron bajar la sastrería a la calle”.

Tradición y vanguardia
La primera la inauguraron en Príncipe de Vergara. “Entonces era calle del General Mola. Se instalaron en el número 21. Apostaron solo por primeras marcas y dotaron al local de todos los ingredientes decorativos propios de una tienda masculina de lujo como las vistas en el extranjero, absolutamente revolucionarios para la capital: maderas nobles, moquetas mullidas...”, explica Yusty y añade: “El éxito fue espectacular. La pena es que mi abuelo, que hacía ya tiempo que estaba enfermo, murió sin poder disfrutarlo. Al frente de la firma quedaron sus dos hijos; se unió además como socio el segundo sastre que había tenido mi abuelo, Luis Martínez. Así se fundó la sociedad y el actual accionariado”.

El desarrollo de Yusty fue, en adelante, imparable. En los 80 ya disponían de cinco locales en el barrio de Salamanca: Serrano, Goya, Ayala... En los 90 la casa era el referente del menswear en la capital. Entonces llegó la tercera generación.

Ellos han liderado la reconversión de la firma centenaria que, sin renunciar a sus señas de identidad, clasicismo y tradición, ha sabido situarse a la vanguardia del lujo. Una pirueta asombrosa representada en su fabuloso concept store, una boutique situada en su histórico local del 54 de Serrano donde combinan su sastrería artesanal con el ready to wear y las colecciones de exclusivas firmas internacionales como Lanvin, Neil Barret o Maison Martin Margiela.

Los Yusty comenzaron muy pronto a fichar marcas extranjeras: “En los años 70 ya frecuentábamos el salón italiano de moda masculina Pitti Uomo. En aquella época éramos los únicos españoles allí. Fuimos trayendo a España etiquetas como Zegna, Brioni, Gucci, Kiton...”, enumera el empresario. “Hoy, conseguir las más modernas ha resultado una tarea muy complicada porque nuestro bagaje era clásico y una de las cosas en las que primero se fijan estas casas es con qué otras firmas trabajas. La primera que conseguimos fue Etro. De las más difíciles, Moncler. Ahora tenemos la capacidad y la suerte de poder elegir. Con ellas cubrimos una parte esencial de nuestro negocio: la enfocada a un público moderno, joven y cosmopolita. Queremos ser un referente para el turista europeo”.

Para ello Daniel, que comparte las tareas de gestión con su primo César y con Nacho Martínez (hijo de aquel sastre asociado al abuelo), sabe que debe ofrecer algo más: “La experiencia emocional es para mí el valor fundamental en el mundo del lujo. Desde que entra hasta que sale, nuestro cliente disfruta de una vivencia que es mucho más valiosa que el propio producto”, dice.

Así se le dio forma a la casa
Imprescindible en este empeño ha sido la colaboración con el arquitecto del momento: Lázaro Rosa-Violán. “Le explicamos nuestro ADN principal, el de nuestra casa: las cosas bien hechas, el gusto por la artesanía y por la calidad. Le pedimos que creara para nosotros un espacio único en el que la experiencia de compra fuera muy particular. Vuitton, Chanel... En el circuito internacional todas las marcas globales ofrecen lo mismo. Al final, ir de shopping de lujo es igual en todas las ciudades. Aquí queríamos brindar algo distinto”, afirma Yusty.