Por Cien Años de Soledad y el Nobel, el periódico El Otro nunca vio la luz

Uno de los periodistas con mayor recordación del país, director del programa de mayor audiencia de la radio colombiana, Darío Arizmendi, habla en Al Paredón de su libro ‘Gabo no Contado’.

Vamos a hablar de su libro: ‘Gabo no Contado’, ¿cuéntenos cuanto tiempo llevaba pensando en estas historias no contadas de Gabriel García Márquez?
32 años. Realmente desde el momento que lo conocí por primera vez, como consecuencia de su afán y de su objetivo de sacar el periódico El Otro, proyecto que yo no conocía y que vine a saber a través de una comunicación que recibí cuando yo estaba frente de El Mundo diciéndome que había estudiado una parte de los periódicos de Colombia y América Latina, y que el diario que mas se parecía al ideal que el quería hacer de un periódico se llamaba El Mundo de Medellín, que si nos interesaba podíamos comenzar conversaciones con miras a ver qué salía de ahí, pero ya teniendo una empresa de marcha, una rotativa y toda una estructura montada, a ver si podíamos trasladarla a Bogotá, asociar unos capitales -él iba a invertir y una serie de personas también-, y bueno, empezamos, ahí nació realmente una amistad que duró hasta el fin.

¿Qué quería Gabriel García Márquez que hubiera ahí? ¿Qué tipo de periodismo hacia falta en Colombia para que él levantara la mano y mostrara esa idea?
El Mundo nació como un periódico muy independiente, era muy pluralista, porque había escritores como Vásquez Carrizosa, Daniel Samper, Molano, o como Antonio Caballero, Alberto Aguirre, al lado de personas consideradas en ese momento conservadoras. Eso no era usual en la década de los 80 en Colombia y nosotros rompimos ese mito porque antes los periódicos estaban muy matriculados con pensamientos de derecha o con un pensamiento liberal, y el nuestro era un periódico muy contestatario, si se quiere, demócrata y era un periódico de centro, un poco centro-izquierda, a pesar de nacer en Medellín y estar respaldado por empresarios antioqueños. Eso a él le llamo la atención, una apertura mental y eso era lo que él quería, hacer de El Otro una escuela de periodismo, con reporteros menores de 30 años, formados con principios éticos, con mucho rigor profesional y con otra manera de contar. Él decía que la prensa colombiana era muy aburrida y de clichés, y el quería más o menos intentar el estilo del periódico El País de Madrid o de La República de Italia.

El García Márquez de esa época, si hubiera tenido la tecnología de ahora, hubiera estado más contento de poder contar su historia, ¿se lo imagina haciendo lo mismo y llegando a las historias como lo hizo en la parte literaria?
Sin duda, yo creo que hubiera sido un auténtico fenómeno de la comunicación, pero por fortuna para Colombia pues con ‘Cien Años de Soledad’, con todos los otros libros anteriores y los posteriores, tanto de los textos periodísticos como de sus novelas. Ganamos un excelente escritor que ha sido considerado por los críticos, incluso sus contradictores, como el escritor en lengua hispana más importante después de Miguel de Cervantes Saavedra (’El Quijote’). En consecuencia, no se pudo hacer El Otro y de alguna manera su memoria se perpetuó a través de la Fundación Iberoamericana de Periodismo, que fue una tarea que él alentó: formar periodistas, estimular nuevos periodistas.

Aparece en una de sus páginas: “la redacción que sea estética y humana, que el periódico tenga un contenido con un criterio de diario explicativo, narrativo, que tenga un buen comedor, que uno sienta su casa para invitar gente a tertuliar”, ¿hablaban de esos detalles? ¿De la operación?
García Márquez pensaba absolutamente todo, el diseño, sabíamos quién iba a ser el jefe de diseño, el editor cultural, el jefe de redacción, cómo se iban a contar las historias, cuántas palabras, cuál era el estilo gráfico. Él participaba hasta en la selección del equipo complementario de maquinaria que había que conseguir, Gabo era un empresario total, porque no solamente a los libros, a sus ideas políticas o a la parranda, a todo le ponía ganas, entusiasmo, en general mucha vida, porque era un hombre enormemente vital.

En el libro ve uno una cantidad de fotos de esa época, de antes de ganar el Nobel y está también referenciado el premio. Después de pasar por El Mundo, Arizmendi entra a la radio y lleva muchos años, ¿no le hace falta el periódico? ¿Volver a dirigir una sala de redacción? ¿O qué extraña usted, porque es un libro nostálgico?
Yo soy de los que cuando me voy no vuelvo, o sea en todos los sentido, porque agoto las etapas, y como periodista de prensa escrita fui muy intenso. Trabajé en España, en El Colombiano como jefe de redacción, muy joven, a los 23 años, y después fundé el periódico El Mundo y lo dirigí durante 12 años y en algún momento se me ofreció la dirección de un importante diario nacional, hace unos pocos años y la rechacé, porque ya no quería más.

Por último, algo de lo que veo en el libro, aparte del tema periodístico, es que usted desarrolla una relación con Gabriel García Márquez, porque hay gustos y momentos en común. La gente se sorprenderá porque es un Gabo que la gente no conoce.
Por eso el titulo de ‘Gabo No Contado’. Fue una expresión que cuando vinieron los editores de Random House a decirme “mira esto, lo otro, que corresponde a tal”, yo dije ‘Gabo No Contado’. Ese es el Gabo que yo tuve el privilegio de conocer, con Mercedes, con sus hijos, departir muchas veces en su casa, en su finca y en México, de verlo en momentos extraordinarios como cuando recibió la noticia del Nobel y acompañarlo en la recepción en 1982, ir con él a Aracataca después de que llevaba 16 años sin ir. Compartir algunas intimidades, como por ejemplo el primer cáncer, cuatro años después vendría el segundo que por fortuna también lo superó, y haber estado con él en Cuba.