El escándalo vuelve a salpicar a la FIFA por el Mundial de Qatar

La FIFA anunció que seguía confiando en Qatar para albergar el torneo de 2022 tras concluir que los posibles comportamientos impropios en el proceso de selección para torneo tenían “un alcance muy limitado”.

Hans-Joachim Eckert, el presidente de la cámara adjudicataria del comité de ética de la FIFA, concluyó que no había motivos para reabrir los procesos de licitación del torneo de 2018, entregado a Rusia, y del Mundial de 2022.

Las conclusiones de Eckert derivan de una investigación del ex fiscal estadounidense Michael J. García por las acusaciones de corrupción que rodean la votación del comité ejecutivo de la FIFA de diciembre de 2010 para escoger las sedes de 2018 y 2022.

Pero la publicación de un sumario de 42 páginas llevó a García, que preside la cámara de investigación de la FIFA, a emitir un comunicado desde sus oficinas en Nueva York desestimando el informe de Eckert.

En él dice que el sumario “contiene numerosas interpretaciones sustancialmente incompletas y erróneas de los hechos y conclusiones detalladas por la cámara de investigación”, añadiendo que recurrirá la decisión al comité de apelaciones de la FIFA.

García había pedido que se publicase su informe al completo, que se cree que tiene unas 350 páginas. Eckert dijo que no es necesario.

La intervención de García pone en evidencia el intento de la FIFA de enterrar de una vez por todas las numerosas acusaciones en torno al proceso de selección que persiguen al organismo desde hace cuatro años y que siguen adelante en relación a los torneos de 2018 y 2022.

Se cree que a la FIFA le preocupa lo que García podría haber dicho sobre la conducta de los miembros de su comité ejecutivo y sobre la cultura de la organización. Los patrocinadores de la FIFA, entre los que cunden los nervios por la publicidad negativa, ya han dicho que esperan una investigación meticulosa.

También está siendo controlada por la Oficina Federal de Investigación. La CNN informó de que iba a iniciar una investigación sobre el proceso de selección y que iba a solicitar acceso al trabajo de García. Aparte de Qatar, el informe también eximía a Rusia de mala conducta, aunque señaló que su representación sólo aportó un “número limitado de documentos”.

El equipo ruso aseguró que los ordenadores que contrató para el proceso de selección habían sido destruidos y que no podía recuperar los registros de los correos electrónicos de Google.

El informe criticaba a algunas naciones participantes –incluida Inglaterra, que fue acusada de violar las normas de las votaciones para “ganarse el favor” de Jack Warner, un ex vicepresidente de la FIFA que dimitió en 2011 por acusaciones de soborno.

“La respuesta de Inglaterra a las demandas –inapropiadas– de Warner… dañaron a integridad del actual proceso de votación”, señala el informe de Eckert. Hacía referencia a regalos ofrecidos a ex miembros de la FIFA y decía que algunas de las naciones en liza se excedieron con los proyectos de fútbol para conseguir apoyos. Todo apunta a que hubo diferencias entre los miembros para negociar votos, dado que tenían que elegir al mismo tiempo el país que albergaría dos Copas del Mundo distintas. No obstante, las consecuencias de estas diferencias “no llegaron ni de lejos a un punto en el que habría sido necesario repetir la votación”.

Para la FIFA, estas conclusiones resultan satisfactorias asegurando que ayudaban a “zanjar la situación” para poder centrarse en los preparativos para Rusia 2018 y Qatar 2022.

El organismo también declaró que estudiaría las declaraciones de García “a su debido tiempo”.