Trump firma acuerdo de paz entre el Congo y Ruanda con un impacto futuro incierto

El presidente Donald Trump reunió a los líderes de Ruanda y la República Democrática del Congo para firmar un tratado de paz en Washington el jueves, aunque no está claro si resolverá un conflicto de 30 años que continúa enconándose.

"Miren cómo se aman", dijo Trump en el evento, refiriéndose a los dos líderes africanos. Lo calificó como un "gran día para África". El acuerdo, conocido como los Acuerdos de Washington, estaba previsto que se firmara el jueves en lo que antes se conocía como el Instituto de Paz de Estados Unidos, que el Departamento de Estado rebautizó en honor a Trump un día antes.

La iniciativa de paz se ha estado gestando durante meses, después de que la intervención política estadounidense a principios de este año detuviera un avance rebelde apoyado por Ruanda que amenazaba con derrocar al gobierno del presidente congoleño Félix Tshisekedi. Desde entonces, poco ha cambiado sobre el terreno. Los rebeldes, conocidos como el M23, siguen ocupando una amplia franja del este del Congo, rica en minerales, y capturando nuevas localidades allí.

Trump ha afirmado repetidamente que poner fin al conflicto entre Ruanda y el Congo es una de las varias acciones que deberían merecerle el Premio Nobel de la Paz. Los críticos han afirmado que algunos de esos acuerdos no han generado cambios significativos o que han resuelto conflictos que, en realidad, no eran guerras.

La administración Trump apuesta a que la firma pública del acuerdo y los pactos económicos y mineros relacionados atraerá inversores a la región e incentivará a ambas partes a mantener la paz. Ruanda y el Congo también están a punto de firmar un acuerdo de integración económica como parte del acuerdo de paz respaldado por Estados Unidos.

El este del Congo es rico en oro, estaño, tungsteno y tantalio, presentes en la mayoría de los dispositivos electrónicos portátiles. Tanto el M23 como Ruanda están acusados ​​por Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas de lucrarse con su comercio ilícito.

El Congo es también el mayor productor mundial de cobalto y la segunda mayor fuente de cobre. Se espera que el gobierno de Tshisekedi firme un acuerdo bilateral por separado con Estados Unidos para colaborar en futuros proyectos de energía, minería e infraestructura.

El miércoles, el acuerdo de paz ya parecía estar amenazado tras las quejas del Congo sobre el continuo avance del M23. El portavoz del gobierno, Patrick Muyaya, declaró que Ruanda "no quiere la paz", solo acceso a los recursos naturales del Congo.

Los expertos de Estados Unidos, la UE y la ONU han acusado a Ruanda de apoyar al M23 proporcionándole entrenamiento, armas y sus propios soldados para luchar junto a los rebeldes. El presidente ruandés, Paul Kagame, ha negado repetidamente tales acusaciones y acusa al Congo de colaborar con un grupo rebelde conocido como FDLR (abreviatura de Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda) que tiene vínculos con los autores del genocidio ruandés de 1994.

Estos antiguos agravios están lejos de resolverse con el acuerdo de paz del jueves, según Jason Stearns, fundador del Grupo de Investigación del Congo en la Universidad de Nueva York. “Las iniciativas estadounidenses han tenido éxito, al menos frenando el conflicto por ahora y logrando que todos se sienten a la mesa de negociaciones”, dijo Stearns. “Lo que el acuerdo de paz no ha logrado es resolver los problemas subyacentes ni poner fin al conflicto”.

“Todo esto solo se implementará si se logra realmente la paz entre nuestros dos países, y también la confianza”, declaró Tshisekedi en un discurso pronunciado el 28 de noviembre ante la diáspora congoleña en Serbia. “No se hace negocio con alguien en quien no se confía”.