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Para Robert Engle, el derrumbe de las tasas de interés ha empujado al mundo a una "trampa de liquidez". La salida, asegura, está en invertir para elevar la productividad. Pero no será fácil ni rápido.
Su colega de la Universidad de Harvard, Andrew Michael Spence, prende las alarmas. Si la solución tarda demasiado y este período de crecimiento decepcionante se sigue prolongando, advierte, los desequilibrios se van a exacerbar y el mundo podría ver pronto una nueva crisis.
Vernon Smith es probablemente el más optimista de los tres. Aunque reconoce que existen peligros, destaca que las presiones inflacionarias son una señal de reactivación en la economía real. La última crisis fue peor de lo que muchos creen y por eso hay que darle tiempo a la reactivación, afirma. Las autoridades, además, se encuentran ante un cuadro para el que casi no existen precedentes. Y la falta de datos históricos aumenta la incertidumbre.
Andrew Michael Spence, Premio Nobel de Economía 2001:
"Un período extendido de crecimiento bajo podría finalizar en una nueva crisis"
Aunque "ha habido cambios en la disponibilidad de la información como consecuencia de la tecnología digital (...) todavía existen brechas informáticas y asimetrías" que impactan el comportamiento de los mercados, y que hacen que el trabajo de Andrew Michael Spence siga vigente, quince años después de obtener el Premio Nobel de Economía, junto a George Akerlof y Joseph Stiglitz.
Conocido por su modelo de educación en el ámbito laboral, el profesor de la Universidad de Harvard y de la Universidad de Nueva York ha sido premiado por su excelencia académica y por ser uno de los economistas que en 1981, con menos de cuarenta años, fue considerado un gran contribuyente al pensamiento económico y al conocimiento.
Hoy, Spence alerta que, con "patrones de crecimiento bajos, por un período extendido, podría desencadenarse una nueva crisis económica".
¿Qué ha cambiado en la economía mundial desde que ganó el premio?
Las economías emergentes se han hecho más importantes, influenciables, urbanizadas, y con un balance más estable. Dicho esto, las economías avanzadas están muy fuera de balance, económica y políticamente, así que en general, la incertidumbre sistémica global ha aumentado.
¿Son necesarios cambios?
Sí. Cambios fundamentales. Por mucho tiempo, los países desarrollados fueron dominantes, particularmente Estados Unidos. Esto ya no es cierto. Y el gran desafío es crear una estructura de gobernanza que pueda funcionar y sea consistente con las estructuras domésticas que ya existen, particularmente las democráticas.
¿Qué se debe hacer para retomar y estabilizar la economía global?
Un gran acuerdo. Antes de llegar a una cooperación o coordinación internacional, necesitamos (y posiblemente no vayamos a obtener) estrategias de crecimiento sensatas en las economías más grandes. En Europa, por ejemplo, esto quiere decir ajustes significativos en la estructura y forma en que funciona el sistema. Sin esto, tendremos una política monetaria dominando, bajas tasas de interés, aumento de la deuda y bajo crecimiento.
¿A casi diez años de la crisis financiera global, cree que hemos tocado fondo?
Tengo la sensación de que al menos los países desarrollados se están asentando sobre un equilibrio de crecimiento relativamente bajo y, sin un cambio significativo de políticas, continuaremos en este patrón por un período extendido. Ello podría finalizar en una crisis financiera o económica.
Entonces, ¿cuál es el mayor desafío que las economías enfrentan?
No hay escasez de desafíos. Evitar la inestabilidad, la restauración de patrones de crecimiento sostenibles, la reducción del desempleo –o más bien, generación de suficientes oportunidades de empleo de calidad, especialmente para los jóvenes–, y enfrentar efectivamente la desigualdad. También responder efectivamente al cambio climático.
¿Una desigualdad impulsada por la misma globalización?
Sí, en el sentido en que ha contribuido a elevar la inequidad en diversas dimensiones en los países desarrollados y eso ha llevado a que surjan movimientos populistas y nacionalistas. Además, ha superado las existentes estructuras de gobierno, dándole a la gente una sensación de pérdida de control.
Ante ese panorama y ante una dependencia cada vez mayor de las decisiones de los bancos centrales, ¿cómo evalúa a la Fed como institución?
Todavía, muy bien. Es independiente y tiene mucho talento y fortaleza institucional. Pero con el resto de los gobiernos fallando en las acciones, está en una posición bien difícil.
¿Cree que pasamos por un problemas de credibilidad?
Sí. Recientemente el camino de las tasas de interés no es claro; eso crea incertidumbre con efectos perjudiciales sobre la inversión real.
¿Qué opina de la situación actual de las economías emergentes?
En general, es de moderada a buena y está mejorando a medida que la tormenta de los precios de los commodities pase y el volátil flujo de capital internacional sea manejado. Por supuesto hay mayores desafíos: la transición del ingreso medio en China y enderezar el barco económico y político en Brasil.
Hablando de China, ¿qué podemos esperar de su economía?
Un crecimiento moderado de 5% a 6%, desacelerándose gradualmente; un gran y exitoso cambio estructural hacia los servicios y mayor dependencia de la demanda doméstica.
¿Cómo ve a Chile en comparación con otras economías emergentes?
Estable, bien manejada, pero aún con necesidad de diversificación.
¿Y qué podemos esperar del Brexit y el futuro de Europa?
Demasiada incertidumbre en este momento. Brexit no es positivo ni para el Reino Unido ni para Europa. Podría decir que un divorcio sensato será eventualmente negociado. En general, lo que pase en Europa dependerá de si la UE, y la eurozona en particular, pueden implementar una serie de reformas cruciales que van en la dirección de una mayor integración económica.
Robert Engle, economista y ganador del Premio Nobel en 2003:
"Las autoridades deben pensar en cómo estimular la economía sin iniciar una guerra"
Una recuperación lenta, bajo crecimiento en Estados Unidos y Europa y señales que apuntan a un estancamiento prolongado en China. Ese es parte del escenario que avizora para la economía global el economista Robert Engle, ganador del Premio Nobel de Economía en 2003, en el corto plazo.
El hoy profesor de la Universidad de Nueva York -quien en enero visitará Chile en el marco de una conferencia internacional de la Asociación Económica Occidental- es reconocido por su estudio de la volatilidad en los mercados financieros. En este momento, pese a los recientes eventos como el Brexit, señala que ésta "no es tan alta como ha sido en el pasado. Sí es cierto que una mayor parte de la volatilidad puede atribuirse a la toma de decisiones políticas. Es un poco arbitrario dividir cuánto de la volatilidad viene del sector privado y cuánta del sector público, pero creo que es verdad que las decisiones tomadas en el sector público están generando bastante".
¿Cómo evalúa el escenario actual de la economía mundial?
La economía global no está en un muy buen momento. Estados Unidos está moviéndose apenas, pero la mayoría del resto de los países están aún peor. Tenemos tasas de interés que están muy cerca de cero en todos lados, así que no hay demasiado espacio para que la política monetaria tenga posibilidades de generar efectos a través de las tasas. Los inversionistas privados no están invirtiendo mucho y, así, los gobiernos son los únicos que pueden tomar acciones.
¿Cree usted que hay posiblidades de retomar el crecimiento acelerado que veíamos en el pasado?
Creo que es posible, pero no en el futuro más cercano. Las posibilidades de una recuperación rápida en Europa son pocas y no veo que eso pueda pasar en EEUU, especialmente dado que Asia, que ha sido un motor importante de crecimiento, en particular gracias a China, es menos y menos dinámica con el tiempo y tiene muchos problemas.
¿Qué riesgos ve en Asia?
En China especialmente, hay mucha evidencia de que los bancos están subcaptalizados. Los portafolios de préstamos en estos bancos están llenos de trabajos del gobierno. No son muy productivos para la economía. El efecto neto es que el resultado más probable para China no es un colapso económico, pero sí una desaceleración y un período de estancamiento prolongado. Y la verdad es que puede ser que eso se vea no sólo en China, sino en la economía global.
¿Prevé una recesión en el corto plazo? ¿Qué herramientas tendrían hoy los bancos centrales para contrarrestarla?
Keynes tiene una teoría sobre esto. Cuando las tasas de interés están cerca de cero, se está en una "trampa de liquidez". Creo que hoy estamos en una trampa de liquidez. La última vez que intentamos salir de ella tuvimos un éxito moderado, pero no tuvimos la paciencia para seguir intentándolo más allá de 1936, cuando EEUU aumentó las tasas impositivas y frenó el gasto. Lo que realmente sacó a EEUU y a la economía global de la trampa de liquidez fue la Segunda Guerra Mundial. Creo que el objetivo de las autoridades debería ser el pensar en qué pueden hacer para estimular lo suficiente la economía, sin que tengamos que tener una tercera guerra.
¿Qué solución ve usted?
Creo que la clave está en el gasto, y en el gasto inteligente, que ponga acento en aumentar el producto capital y las tasas de crecimiento. No se trata sólo de gastar por gastar, sino de gastar con miras a impulsar la economía. Esa es la mejor forma en que se puede pagar la deuda: con crecimiento. En el caso de China, el país tiene muchas reservas, pero una cantidad enorme de deuda. Y casi toda esa deuda es gubernamental.
Chile busca crecer en China. ¿Es algo que debería preocupar al país?
Creo que Chile ha sido cudidadoso con eso. No tiene expectativas de que los precios del cobre se recuperen demasiado rápido y está guardando gran parte de sus fondos. Creo que Chile es una de las historias de éxito en tiempos difíciles.
¿Qué riesgos ve para la economía global?
Hay muchos riesgos diferentes. Estamos viendo un colapso en el comercio internacional, una desaceleración en economías que están intentando ser más autónomas, no tan vinculadas como lo estaban, e intentos por reconstruir el nacionalismo. Y eso va exactamente en la dirección de la solución a través de una guerra de la que estaba hablando antes. Ese, creo, podría ser el mayor riesgo.
Vernon Smith, Premio Nobel de Economía 2002:
"Pese a la volatilidad, el sector real está volviendo con fuerza"
En un año marcado por los discursos pesimistas sobre la economía global y sectores políticos que defienden el proteccionismo, el economista Vernon Smith, ganador del Premio Nobel en 2002, cree que el negativismo "ha sido exagerado. Nos está yendo bastante bien, aunque no estemos bullantes".
El hoy profesor de la Universidad de Chapman, en California, ve las cifras de la economía estadounidense con optimismo. "Tenemos indicaciones de presiones salariales ahora. Así que no veo que haya espacio para el pesimismo".
Smith ha estudiado las recesiones recientes en la economía estadounidense y explica que el mercado inmobiliario es un predictor relevante: ha mostrado señales previas en once de las catorce recesiones desde la Primera Guerra Mundial. Según él, en la Gran Depresión, que comenzó dos años después de que el académico naciera, el valor de las viviendas había llegado a un máximo que se desplomó y no retomó los niveles anteriores sino después de once años. En la crisis reciente, la caída fue aún mayor, por lo que aún hay tiempo para que se recupere.
No obstante, Smith reconoce que hay riesgos.
"Es un mundo vulnerable, porque no tenemos mucha información: no tenemos datos del pasado en el que hayamos tenido tasas de interés cercanas a cero por tanto tiempo. Creo que eso es una incertidumbre por la que no sabemos qué esperar. Una caída mayor en el mercado de los bonos es una posibilidad muy real, pero en el sector real de la economía, parecemos estar saliendo de la recesión".
¿Cree usted que la economía en general da signos de optimismo, a pesar de la incertidumbre en los mercados financieros?
Sí, creo que hay alta volatilidad en los mercados financieros, y que continuaremos teniendo eso. Pero, el sector real está volviendo con fuerza. Con el valor de los hogares en un un nivel más cómodo, creo que la demanda de las familias también crecerá. El ingreso doméstico ha visto crecimiento.
Hay voces de alarma porque la economía estadounidense no ha vivido una recesión en mucho tiempo. ¿Espera una próximamente?
No creo que ocurra una recesión en el corto plazo. Las recesiones no llegan porque la economía se canse. En el mundo de hoy no faltan las predicciones sobre una posible recesión. Se escucha todos los días. Puede tener que ver con el escenario político, con la volatilidad en los mercados financieros y la atención que se le da a la Reserva Federal. La realidad es tan simple como que si las tasas de interés del mercado suben, la Fed subirá las suyas.
Se cuestiona si los bancos centrales de todo el mundo tendrían las herramientas para enfrentar una eventual recesión, con las tasas así de bajas. ¿Qué cree usted?
Los bancos centrales han estado usando una sola herramienta por mucho tiempo, y no han tenido mucho efecto sobre la deflación. La economía ha estado en un hoyo en cuanto a los balances financieros. La política monetaria y la fiscal operan en base a los cambios en los ingresos. Un cambio en las tasas de interés es simplemente operar en los márgenes de la riqueza y eso es lo que es significativo sobre los ingresos de los hogares.
Históricamente, ¿ha dado resultados?
El escenario típico es que caía el mercado inmobiliario, la Fed rebajaba la tasa. La inflación subía, la Fed comenzaba a aumentar la tasa y con eso cae el mercado inmobiliario y la inflación se controla. Sin embargo, el valor de los hogares no ha recibido un golpe como el que vimos ahora. La Fed antes tenía el control para influenciar la economía a través del mercado inmobiliario. Esa es una diferencia importante con lo que vemos hoy. Hoy, el mercado está volviendo, pero para eso hubo que bajar a niveles no vistos y eso nos dice cuán mal estábamos.
En el escenario global, hay quienes hablan de una tendencia hacia el proteccionismo en el comercio. ¿Qué piensa usted?
Lo estamos escuchando en Estados Unidos. Creo que una de las notas optimistas de estas últimas décadas ha sido el crecimiento del comercio y la globalización. Ha sido una fuente importante de prosperidad. Ahora ambos partidos quieren traer de vuelta los trabajos industriales.
¿Cómo explica esta reacción?
Yo creo que mucho de esto tiene que ver con el salario mínimo. Al aumentar el salario mínimo, las empresas se van a otros países. No estamos ayudando con eso. Es muy probable que veamos mayores restricciones al comercio de bienes y servicios. Y la inmigración, por 200 años ha sido una fuente de crecimiento y prosperidad e innovación. Los inmigrantes han sido una parte central de lo que es hoy EEUU: buscan oportunidades, crean nuevas empresas y algunas de ellas son las más grandes. Nosotros estamos hablando de construir muros para que la gente no entre, cuando otros lo hacen para que la gente no salga. Creo que esto es muy desafortunado, porque el comercio y la inmigración han sido fuentes importantes de crecimiento internacional, por la gente que busca oportunidades.
¿Por qué se explica que la gente apoye el proteccionismo con su voto?
La elite en este país cree que eso es muy perturbador. Creo que el miedo es lo que está detrás de todo esto. Hemos tenido un crecimiento increíblemente lento, un mal desempeño en la creación de trabajos. Tenemos un período largo de caída en la productividad. Todas esas cosas generan temor. La gente quiere encerrarse, ocultarse tras las fronteras. Es fácil echarle la culpa a la importación de bienes y servicios, que es uno de los factores que hacen que bajen los precios. Eso es un riesgo para la economía.
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