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Mariano Rajoy consiguió 170 votos favorables, justo los que suman el PP, Ciudadanos, partido con el que ha firmado un pacto de investidura, y Coalición Canaria, quedándose seis por debajo de la mayoría absoluta (176) y, por tanto, de la cifra necesaria para ser investido presidente en esta primera votación.
Los votos negativos fueron 180, tras el enroque en el ‘no’ de la bancada socialista, liderada por un Pedro Sánchez firme en su rechazo a un gobierno de Rajoy (“España necesita un gobierno, pero no un mal gobierno”, dijo), pero que en su intervención no desveló si está dispuesto a encabezar de nuevo una propuesta alternativa.
También habían anticipado su voto negativo el resto de fuerzas políticas, con un Pablo Iglesias, líder de Unidos Podemos, que identificó al PP con la “opresión y la corrupción” y que espetó a Rajoy que “nosotros con ustedes no vamos a ir ni a la vuelta de esquina. Somos su antagonista, algo de lo que me enorgullezco”.
El PNV, por su parte, criticó el discurso de Rajoy del martes, que calificó de “rancio”, y le acusó de no haber buscado su voto favorable: “Es evidente que usted no quiere nuestro voto, nosotros tampoco queremos votarle”, dijo el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban. Un respaldo que ya se antojaba imposible ante la negativa previa de Ciudadanos a aceptar el apoyo de los nacionalistas a la investidura.
Tras la investidura fallida de este miércoles, Rajoy afrontará el viernes una segunda votación.
En ese caso ya no será necesaria la mayoría absoluta, sino que bastaría con obtener mas votos positivos que negativos (mayoría simple), algo que, a priori y salvo sorpresa, se antoja difícil, ya que serían necesarios seis votos favorables u once abstenciones. Dos posibilidades que, a tenor de los sucedido estos días en el Congreso, parecen poco probables.
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