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El Papa Francisco inauguró su papado con un discurso en el que pidió la defensa del medio ambiente y de los más débiles en la sociedad, diciendo que de otro modo quedaba abierto el camino para la muerte y la destrucción.
Dirigiéndose a unas 200.000 personas y muchos líderes extranjeros reunidos bajo un sol radiante en la Plaza de San Pedro, el Papa argentino subrayó su mensaje constante, desde que fue elegido en un cónclave secreto de cardenales el miércoles pasado, que la misión de la Iglesia es defender a los pobres y desamparados.
En línea con ese mensaje, la misa en las escalinatas de la gigantesca basílica de San Pedro fue más simple que el esplendor barroco de la inauguración de su antecesor Benedicto XVI en el 2005.
"Esto significa respetar a cada una de las criaturas de Dios y respetar el medio ambiente en que vivimos. Significa proteger a las personas, mostrando preocupación amorosa por cada persona, especialmente por los niños, los ancianos, los necesitados, que suelen ser los últimos en los que pensamos", dijo en la homilía de su misa inaugural.
Francisco, el ex cardenal Jorge Bergoglio de Argentina, tomó su nombre de San Francisco de Asís, un símbolo de pobreza, simpleza, caridad y amor por la naturaleza.
El Papa dijo que cuando los humanos fallaban en cuidar el medio ambiente y a los demás, "de esa manera se abre un camino a la destrucción y los corazones se endurecen. Trágicamente en cada período de la historia hay Herodes que complotan para la muerte, para sembrar el caos y dañan el carácter de hombres y mujeres".
La simpleza característica de Francisco, el primer Papa jesuita, ha alimentado las esperanzas de cambio y renovación en una Iglesia afectada por una profunda crisis global.
"Es una persona simple, humilde, no es como los papas intocables, parece una persona normal a quien se puede acceder", dijo el electricista argentino Cirigliano Valentin, de 51 años, quien trabaja en el sur de Italia.
Francisco hereda una Iglesia salpicada por escándalos de abusos sexuales a niños por parte de curas y la filtración de documentos confidenciales que muestran corrupción y rivalidad entre los cardenales dentro de la Curia.
También ha sido acusado por algunos críticos en Argentina por no hacer lo suficiente para oponerse a los abusos de derechos humanos cometidos bajo un Gobierno militar durante la llamada "guerra sucia" de 1976-1983 cuando unas 30.000 personas fueron secuestradas y asesinadas. El Vaticano ha negado rotundamente la acusación.
En su homilía, el Papa pidió a los líderes mundiales que sean "protectores de los demás y del medio ambiente (...) no nos olvidemos que el odio, la envidia y el orgullo contaminan nuestras vidas. Ser protectores, entonces, también significa vigilar nuestras emociones, nuestros corazones".
Papa recorre plaza en jeep abierto
Antes de la misa, el Papa recorrió la plaza de San Pedro, repleta de personas ondeando banderas, en un jeep blanco abierto, abandonando el Papamóvil a prueba de balas usado frecuentemente por Benedicto XVI.
Se detuvo en varias ocasiones para saludar a algunas de las cientos de miles de personas reunidas en la plaza, besando niños y saliendo del auto en un momento para bendecir a una persona discapacitada.
Usó una sotana blanca y zapatos negros, en contraste con los lujosos atuendos que atrajeron la atención con su antecesor.
La ceremonia conducida desde un altar en la escalinata de la enorme basílica también fue acortada a dos horas desde un servicio de tres horas en el 2005 cuando Benedicto XVI comenzó su papado.
Después de la misa, cientos de curas, que se protegían del sol con paraguas con los colores blanco y amarillo del Vaticano, dieron la comunión a los presentes, mientras Francisco observaba desde su trono elevado detrás del altar.
Antes de la misa, Francisco buscó su nuevo anillo de oro y el palio, la banda litúrgica que se usa alrededor del cuello, que habían sido colocados durante la noche sobre la tumba de San Pedro bajo el altar de la basílica.
Salió de la iglesia en una columna de cardenales que cantaban una letanía pidiendo el apoyo de los santos, incluidos Papas anteriores, para el nuevo pontífice.
La misa instala formalmente a Francisco como el nuevo líder de los 1.200 millones de católicos del mundo.
Muchos en la multitud dijeron que tenían esperanzas de tener un papado más humilde bajo Francisco, quien es un jesuita que ha tomado votos de pobreza.
"Mi primera impresión es que el Papa es muy humilde y que ha llevado a la iglesia en su corazón", dijo Isaac Adroamabe, de Arua en Uganda, quien está estudiando en Roma para convertirse en cura.
"Creo que va a cumplir sus promesas, liderará la iglesia basado en el ejemplo de San Francisco, ya puedes ver que es un Papa con los pies en la tierra que se mezcla con el pueblo", agregó.
Seis soberanos, el vicepresidente estadounidense Joe Biden, la presidenta argentina Cristina Fernández, así como líderes de otras religiones estaban entre las 130 delegaciones presentes en las escaleras de la famosa basílica.
Entre ellas se encontraba el patriarca ecuménico Bartolomé de Estambul, marcando la primera vez que el líder de los cristianos ortodoxos asiste a la misa inaugural de un Papa en Roma desde el cisma entre el cristianismo occidental y oriental en 1054.
El ex cardenal de Buenos Aires Jorge Bergoglio ha generado un entusiasmo e interés enormes en el mundo católico debido a la forma modesta con que ha asumido un puesto que se ha modelado desde el Renacimiento y acarrea títulos como "Vicario de Jesucristo" y "Pontífice Supremo de la Iglesia Universal".
En los seis días anteriores a su elección, se refirió a sí mismo sólo como obispo de Roma, la posición de la que parte su autoridad, e insinuó planes para reducir el centralismo del Vaticano y gobernar consultando con otros obispos.
Francisco recibía a los líderes políticos de visita en la Basílica después de la misa.
El miércoles, Francisco recibirá a más de 30 delegaciones que representan a otras iglesias cristianas, así como de las religiones judía, musulmana, budista, sij y jainista, dijo un portavoz del Vaticano.
Se dirigirá a los embajadores extranjeros en el Vaticano el viernes y almorzará con Benedicto XVI, su primera reunión desde el cónclave, el sábado, antes de liderar las celebraciones del Domingo de Ramos, el primer día de la Semana Santa que finaliza en la Pascua, que conmemora la Resurrección de Jesucristo.
Francisco tuvo una pequeña dosis de los desafíos diplomáticos que enfrenta su papado el lunes, cuando la presidenta argentina le pidió que apoye a Buenos Aires en una disputa con Gran Bretaña por las Islas Malvinas en el Atlántico sur.
Un portavoz del Vaticano no hizo comentarios sobre ese pedido.
También se encontrará saludando a un paria internacional, el presidente de Zimbabue Robert Mugabe, quien ha estado bajo una prohibición de viaje de la Unión Europea desde el 2002 por sus acusaciones de manipulación de votos y abusos a los derechos humanos.
El Vaticano no es parte de la Unión Europea, lo que le permitió a Mugabe viajar allí.
En varios sermones y comentarios desde su sorpresiva elección el miércoles pasado, el Papa ha instado a la gente a ser más compasiva y no tan rápida para condenar los fracasos de los demás.
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