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Irlanda, Noruega y Luxemburgo lideran la productividad laboral en los países de la Ocde; mientras que Colombia, México y Costa Rica son los más rezagados
La Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico, Ocde, publicó su más reciente reporte sobre productividad laboral entre los miembros que la componen y concluyó que mientras Irlanda es el país de mejor desempeño en este aspecto, Colombia es el de peor ya que el promedio de producción de un ciudadano es de US$21,35 frente a US$153,64 del país del Reino y el promedio de la Ocde se ubica en US$70,6.
Este año, los choques geopolíticos han profundizado las tensiones que ya existían en la economía global, como las restricciones al comercio de servicios y las marcadas diferencias en el crecimiento entre regiones.

La guerra entre Ucrania y Rusia, en particular, ha frenado la movilidad laboral, encarecido insumos esenciales para las cadenas de suministro y agravado la crisis energética en Europa. Todo esto ha limitado la capacidad de las empresas para contratar y expandir su fuerza laboral.
A esto se suma un año marcado por los aranceles impuestos por Estados Unidos, que han elevado los costos del comercio internacional y generado incertidumbre para las industrias exportadoras, afectando sus decisiones de contratación. Paralelamente, la escalada del conflicto en Gaza ha presionado los precios del transporte marítimo y aumentado los riesgos operativos en rutas estratégicas, debilitando aún más las expectativas económicas.
Todo este conjunto de tensiones ha llevado a que las ofertas laborales se moderen, en un intento de las economías por preservar estabilidad y seguridad financiera.
En cuanto a productividad laboral, Irlanda lleva la delantera, seguida de Noruega, Luxemburgo, Bélgica y Suiza con US$152,64, US$132,28, US$126,45, US$100,33 y US$99,24 de aporte al producto interno bruto por empleado por hora trabajada.
En el caso de Estados Unidos, primera superpotencia mundial, ocupó el séptimo puesto en productividad con US$97,05 y supera al promedio de la Organización en US$70,6. En el lado opuesto, Colombia lidera con la peor productividad por hora trabajada, seguida por México, Costa Rica y Chile con US$24,97, US$31,84 y US$36,51, respectivamente.
En el mismo informe, la Ocde muestran que Colombia es el país donde más horas se trabajan al año, con un promedio cercano a 2.300 horas por trabajador. Le siguen México, con alrededor de 2.150 horas, y Costa Rica, con aproximadamente 2.000 horas anuales.
Estos tres países encabezan la lista de economías con las jornadas laborales más extensas del bloque, muy por encima del promedio de los miembros de la organización y también lejos de las naciones europeas, que registran menos de 1.500 horas al año.
Agregó que en Colombia, históricamente se ha tenido una proporción significativa de trabajadores que opera bajo esquemas informales, esto limita la productividad por trabajador, ya que hay menor inversión en formación y en tecnología, y menos presión para mejorar procesos.
Como segundo punto mencionó que la alta dependencia de sectores de baja productividad y es que la mayoría de los sectores relevantes para la economía colombiana tienen bajos niveles de productividad comparados con las economías avanzadas, y esto lleva a que gran parte del empleo y del valor agregado nacional proviene de actividades de bajo valor, con escasa transformación, pocas economías de escala, baja adopción de tecnología, lo que limita el crecimiento de la productividad laboral.
“Y en tercer lugar las deficiencias estructurales en infraestructura, logística y regulación. Los problemas de infraestructura incrementan los costos de transacción, encarecen el transporte de insumos y productos, y reducen la competitividad de las empresas. Este rezago estructural impacta la productividad de forma transversal”, agregó.
En conjunto, los resultados del informe reflejan que Colombia no solo enfrenta una brecha significativa en productividad frente a las economías más avanzadas de la Ocde, sino que además lo hace trabajando muchas más horas.
La combinación de una estructura productiva concentrada en sectores de bajo valor agregado, altos niveles de informalidad y rezagos persistentes en infraestructura y competitividad limita la capacidad del país para transformar más trabajo en mayor producción.
Camilo Pérez, jefe de investigación económica Banco de Bogotá, explicó que la fórmula que usan los economistas para definir un ajuste adecuado del salario mínimo se basa en dos elementos: devolver el poder adquisitivo perdido por la inflación y reconocer la productividad de los trabajadores. “Lo ideal sería reponer la inflación que viene, es decir, la inflación proyectada”, señaló. A esto se suma un componente adicional para premiar el aporte productivo de los empleados, que completa la fórmula técnica de ajuste.
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