May necesita para el Reino Unido un presupuesto que sea popular

Aquejado por la crisis, el gobierno de la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, apunta al Presupuesto este miércoles como un intento de redención para encontrar una nueva popularidad entre los votantes. Pero el riesgo es que sea otro clavo en su ataúd.

Debilitado a raíz de las luchas internas por el Brexit y el alejamiento apresurado de dos ministros del gabinete en el último mes, un Presupuesto mal recibido podría precipitar el hundimiento de un tercer miembro clave de su equipo: el hombre que establece el gasto y la tributación y que tiene la tarea de restablecer el proyecto económico del Partido Conservador.

Dadas las circunstancias, al secretario de Hacienda Philip Hammond, la supervivencia política puede resultarle difícil. Se ve limitado por los pronósticos de crecimiento más bajos debido a la reevaluación de la productividad, pero tiene asignada la tarea de conquistar a los votantes desilusionados por años de austeridad.

Para colmo, necesita satisfacer a legisladores euroescépticos, que lo ven demasiado pesimista con respecto al Brexit y partidista en sus opiniones, dado que votó a favor de permanecer en la Unión Europea.

“En este presupuesto, expresamos nuestra firme decisión de mirar hacia adelante, aceptar el cambio, atacar nuestros problemas de frente y aprovechar las oportunidades para Gran Bretaña”, dirá Hammond al presentar sus planes fiscales y de gasto este miércoles, según extractos dados a conocer por su despacho.

Se supone que se atendrá a su objetivo de equilibrar los libros para 2025, pero Hammond ya sugirió que apoya un gasto limitado para abordar el enojo que contribuyó al desempeño catastrófico de May en las elecciones de junio.

Los compromisos se centrarán en conquistar a algunos de los jóvenes, que inesperadamente concurrieron a las urnas y cuyo apoyo al líder del Laborismo, Jeremy Corbyn, debilitó la mayoría de May.

El domingo, Hammond dijo que destinará miles de millones de libras a invertir en viviendas. Entre las medidas de menor envergadura dirigidas a los votantes más jóvenes figuran los viajes en ferrocarril rebajados para los menores de 30 años y reformas para evitar que los alumnos universitarios paguen préstamos estudiantiles excesivos. También se ha prometido a los enfermeros un aumento de remuneración, flexibilizando parte del congelamiento de siete años de los salarios del sector público.

“En lugar de caprichos como los autos sin conductor o trucos para manipular las cifras de modo que Philip Hammond pueda pretender que está alcanzando sus objetivos, tiene que haber un reconocimiento de la emergencia en nuestros servicios públicos y el fin real de la austeridad”, dijo John McDonnell, que sería el secretario de Hacienda si el Laborismo estuviera en el poder.

El secretario también intentará refutar las críticas de quienes lo han acusado de minimizar el Brexit tratando de pintar un panorama positivo del futuro del Reino Unido fuera del bloque. Al menos, todo lo positivo que permiten sus pronósticos.

Gran Bretaña tendrá “una economía próspera e inclusiva en la cual todos tengan la oportunidad de brillar vivan donde vivan en el Reino Unido, sea cual sea su formación”, dirá. “Una mirada al exterior, un país de libre comercio, una fuerza para el bien el mundo, un país preparado para el futuro”.

No obstante, un panorama económico incierto, datos revisados sobre productividad y su propia prudencia natural le dejarán poco margen para más concesiones. Y es probable que las que anuncie simplemente no alcancen.