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Además del impacto en la salud de los ciudadanos, Scotiabank precisa que los incendios, solo en Alberta, reducirán el PIB hasta 0,3%
Canadá sufre la peor temporada de incendios forestales de su historia. Tras apenas una semana del inicio oficial del verano, y con los días más calurosos aún por delante, se reportan cerca de 8 millones de hectáreas quemadas, que casi triplican los registros de 1989, cuando con 3,2 millones de hectáreas afectadas, hasta hoy, era considerado el año más complejo en esta materia.
Los datos del Canadian Wildland Fire Information System concluyen que las destrucciones ocasionadas por las conflagraciones, que ya completan seis semanas, son trece veces superiores al promedio registrado en 10 años.
En algunos momentos se han llegado a contabilizar cerca de 500 incendios activos en un solo día a lo largo del territorio canadiense. Su humo, hoy extendido a Europa, y que a comienzos de mes tiñó de naranja el cielo de Nueva York, ha llevado a las autoridades a realizar alertas constantes, trayendo al presente un fantasma que se había quedado atrás con la pandemia, el uso de tapabocas.
El pasado miércoles, Toronto fue la ciudad con la peor calidad de aire en el mundo. Un coletazo que tocó también a la capital, Ottawa, y a otras ciudades en EE.UU., en especial a Chicago.
En Canadá se concentra 9% de los bosques del mundo. Por eso, cuando sus praderas arden, se quema buena parte de la riqueza natural del planeta. Este, el segundo país más grande en territorio, y el menos poblado en proporción a su área física, es considerado uno de los más susceptibles al cambio climático.
Mientras que las temperaturas globales han aumentado 0,8 grados centígrados desde 1948, Canadá ha experimentado un aumento de 1,7 grados centígrados.
Tras la emergencia que se vive en este comienzo del verano, el gobierno federal lanzó su estrategia nacional de adaptación climática, con la cual busca reducir el riesgo de fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones e incendios forestales, como los que hoy se propagan a lo largo de las provincias de Ontario, Quebec, Alberta y British Columbia.
“La estrategia tiene como objetivo transformar la forma en que los gobiernos, las comunidades y los canadienses trabajan en asociación para prepararse y reducir los riesgos del cambio climático a través de una acción coordinada y ambiciosa”, dijo el ministro federal de Medio Ambiente, Steven Guilbeault. Y es que si bien las conflagraciones en los bosques son comunes entre mayo y octubre, las altas temperaturas y las sequías registradas han venido incrementando el riesgo su ocurrencia.
“La temporada de incendios también dura más ahora debido al cambio climático. La primavera llega semanas antes y el otoño semanas después. Más tiempo para que los incendios y los pastizales ardan”, señala Edward Struzik, miembro del Instituto de Política Energética y Ambiental de Queen’s University.
Además de la afectación a la calidad del aire y las posibles repercusiones en salud pública, esta situación está afectando de manera importante a la economía. Las perdidas anuales por los incendios forestales hoy suman US$8.000 millones. Para 2030, se prevé que las pérdidas anuales por este tipo de desastres crecerán en más de 30% y superarán US$11,690 millones, según el gobierno federal.
Los efectos sobre el crecimiento económico también son palpables. Según la dirección de presupuesto federal, en el 2021 el Producto Interno Bruto del país cayó en más de medio punto como consecuencia de los efectos del cambio climático.
Al tiempo que el Instituto Canadiense del Clima (CCI) estima que la recurrencia de estos incendios y de otros desastres naturales, reducirán la economía nacional unos US$19.000 millones anuales para 2025, equivalentes hoy a más un punto del PIB.
Por su parte, estudios realizados por Scotiabank advierten que los incendios forestales en Alberta, la principal región productora de petróleo y gas natural de Canadá, pueden reducir entre 0,2% y 0,3 % el crecimiento económico del país si gran parte de la producción del área permanece cerrada por más tiempo.
Parte de los impactos también se sentirán sobre el comercio y los servicios, especialmente durante este fin de semana, feriado por la celebración día de Canadá el primero de julio. Varias de las celebraciones al aire libre fueron canceladas, al igual que los planes de viaje de miles de canadienses.
Actualmente, más 5.000 bomberos canadienses intentan controlar las congragaciones junto a 1.300 miembros de cuerpos extranjeros de países como Estados Unidos, Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Francia.
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