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Jair Bolsonaro
Lula ha pasado de estar en una posición débil a una de fortaleza, con ventaja en las primeras encuestas sobre todos los posibles rivales
Los esfuerzos de Jair Bolsonaro por evitar la cárcel se desmoronaron el sábado. La policía detuvo al expresidente brasileño ese día tras descubrir que había manipulado con un soldado la tobillera electrónica que debía portar por orden judicial, lo que desató temores de que planeaba fugarse.
Ahora la pregunta es si Bolsonaro también arruinó los intentos de la derecha brasileña por encontrar un candidato capaz de desafiar a Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones del próximo año.
Durante meses, el movimiento bolsonarista ha permanecido paralizado en un drama de sucesión política, a la espera de que el exmandatario —inhabilitado para competir incluso antes de su condena de septiembre por intento de golpe de Estado— otorgue su todavía poderosa bendición a alguno de los aspirantes que la disputan.
El comienzo de una condena de 27 años de prisión por conspirar para derrocar al gobierno tras su derrota electoral de 2022 alimentó las esperanzas entre aliados e inversores de que pronto tomaría una decisión. En cambio, un video de Bolsonaro afirmando ante autoridades que había manipulado la tobillera por “curiosidad” sugiere que su atención sigue concentrada en su situación judicial, y que las consideraciones electorales estarían en un segundo plano.
En una audiencia de custodia celebrada el domingo, Bolsonaro aseguró que había interferido con el dispositivo durante un episodio de “paranoia” provocada por medicamentos, según consta en un documento judicial. Dijo haber tenido alucinaciones y creer que la tobillera contenía un micrófono oculto.
El episodio marcó el punto culminante de una caída estrepitosa para el ex capitán del Ejército, cuya llegada al poder en 2018 lo convirtió en el rostro latinoamericano de una derecha más desafiante y en expansión. También coincidió con la decisión del presidente Donald Trump de otorgar a Brasil un alivio de la mayoría de los aranceles punitivos que había impuesto para intentar ayudar a Bolsonaro, una enorme victoria para Lula, que ya había ganado popularidad en el medio de la disputa comercial con EE.UU.
“Qué lástima”, dijo Trump al enterarse del arresto de Bolsonaro antes de pasar a otros temas, una señal más de que el interés por la suerte de su aliado ha disminuido.
Lula ha pasado de estar en una posición débil a una de fortaleza, con ventaja en las primeras encuestas sobre todos los posibles rivales. Y con las elecciones de octubre de 2026 acercándose, la negativa de Bolsonaro a ungir al gobernador de San Pablo, Tarcisio de Freitas, oa cualquier otro, está privando a los contendientes de un tiempo valioso para prepararse para la campaña.
El gobernador del estado más rico de Brasil es el favorito de los inversionistas y de las élites empresariales, que han escudriñado sus discursos en busca de señales de que podría enfrentarse a Lula.
Pero Freitas, quien fue ministro en el gobierno de Bolsonaro, ha indicado que solo se postulará con el respaldo de su antiguo jefe, quien, pese a sus altos índices de rechazo entre los independientes, todavía conserva una enorme base de apoyo y obtiene mejores resultados frente a Lula que cualquier otro.
Los acontecimientos del sábado pueden dificultar aún más obtener su bendición inmediata, aunque los abogados de Bolsonaro negaron las acusaciones del juez del Supremo Tribunal Federal Alexandre de Moraes y anunciaron que apelarán.
Moraes había autorizado a Freitas —que salió en defensa de Bolsonaro en una publicación en redes sociales— a visitarlo a comienzos de diciembre, en medio de la presión de los aliados para que se tomara una decisión sucesoria antes de fin de año. Sin embargo, junto con la orden de arresto, Moraes revocó ese permiso y restringió el acceso al exmandatario, que se encontraba bajo arresto domiciliario desde agosto.
La insistencia para que Bolsonaro defina su sucesor solo es comparable con la preocupación, al menos entre algunos inversionistas, de que su negativa a soltar el control del movimiento que fundó lo llevó a apoyar a un miembro de su poderosa familia política.
Pero incluso sus hijos Eduardo y Flavio parecen hoy en un limbo.
Eduardo, diputado que ha tenido enfrentamientos públicos con Freitas y dejó abierta la posibilidad de postularse en 2026, enfrenta cargos por obstrucción a la justicia tras haber sido trasladado a EE.UU. y presionó a Trump para sancionar a Brasil por el caso de su padre.
Mientras tanto, en una vigilia de oración celebrada el sábado por la noche en Brasilia, Flavio expresó su desconcierto por la aparente manipulación de la tobillera electrónica.
“Sigo preguntándome por qué lo habría hecho”, dijo Flavio, senador cuya convocatoria a la vigilia despertó temores entre las autoridades de que Bolsonaro pudiera usarla como pretexto para huir a una embajada extranjera. "Quizás fue un acto de desesperación. Tal vez sintió vergüenza ante su familia".
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