Juncker se desmarca de Tusk: "No me siento amenazado" por Trump

"No me siento amenazado", ha asegurado Juncker a su llegada a la reunión de jefes de Estado y Gobierno de la UE, que se celebra hoy en La Valeta (Malta).

El presidente de la Comisión se ha limitado a afirmar que Bruselas deberá adoptar una actitud pedagógica con Washington: "Hay margen para explicaciones, porque tengo la impresión de que la nueva Administración no conoce la UE y en Europa los detalles importan".

Las palabras de Juncker muestran lo difícil que va a ser que los 27 alcancen una posición común contundente frente a los menosprecios de Trump hacia la UE y su política migratoria con tintes xenófobos.

A su propia llegada a la reunión, François Hollande, presidente francés, se ha posicionado a favor de una actitud combativa.

"Muchos países deberían pensar que su futuro está primero en la UE, antes de imaginar no sé qué relaciones bilaterales con EEUU [...] Hemos de tener una concepción europea o no habrá Europa", advirtió el mandatario francés. "No hay futuro con Trump si no se define en común", concluyó.

En declaraciones a la prensa belga, el primer ministro de Bélgica, Charles Michel, se ha atrincherado con Hollande: "Hay un nuevo modelo [en Washington] y uno se pregunta qué impacto tendrá sobre la relación transatlántica [...] No quiero una Europa en la que los ciudadanos sean los juguetes de Trump, Putin y Xi Ping".

Los líderes europeos deben aprovechar la cumbre de hoy para decidir si quieren alinearse con la opción de atacar políticamente a Trump, con la de reafirmar el proyecto europeo, con las dos cosas a la vez, o con ninguna.

Fuentes diplomáticas resumían esta semana la situación: los franceses están siendo los más vocales y belicistas con la nueva administración; mientras que los alemanes, que en 2015 exportaron por valor de 125.000 millones de dólares a EEUU e invirtieron 255.000 millones en el país, se muestran más partidarios de un enfoque reactivo.

París quiere atacar preventivamente. Berlín solo quiere hacerlo si los ataques verbales de Trump se traducen en acciones concretas. Entre medias, toda la gama de grises que uno pueda imaginar y luego, para acabar de complicar el debate, líderes como el húngaro Viktor Orbán, que han mostrado sus simpatías con Trump.