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HACIENDA

“Existe una tenue demanda social hacia la sostenibilidad y recuperación verde”

martes, 14 de julio de 2020

Se debe abordar la sostenibilidad corporativa de forma integral para que los esfuerzos no se queden en un área específica

Paola Andrea Vargas Rubio

En medio de la lucha contra la pandemia, la sostenibilidad, ha ganado terreno, ya que hay quienes indican que es el momento de dirigir las nuevas inversiones para este frente. Sobre esto, Diana Chávez, directora del Centro Regional del sector privado de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, dijo en una entrevista con LR que “existe una tenue demanda social hacia la sostenibilidad”.

Además, Chávez habló sobre cuál es la importancia de que las empresas le apuesten a este tema en medio de la actual coyuntura que afronta el mundo.

¿Cuáles son las tendencias en sostenibilidad, gobierno y reputación corporativa?

Si bien las empresas venían trabajando en tener áreas de sostenibilidad asociadas a programas concretos y con una comunicación corporativa apalancada en la sostenibilidad, este nuevo contexto ha terminado de impulsar una serie de fenómenos que se vienen estudiando por parte de la compañía desde 2017. Y es que precisamente, la región ya se encontraba en un escenario distinto al de años anteriores y la llegada del covid a América Latina en 2020 contribuyó a acelerar los cambios bruscos que se venían observando en la región. Estos acontecimientos han afectado al sector privado y a la percepción que la sociedad tiene de este. En este sentido, en la reunión anual se delimitaron varios modelos de trabajo y se avizoran algunas pautas que deben ser consideradas de inmediato tanto por los países como, por los tomadores de decisiones.

El primero, es la necesidad de que el sector privado aborde la agenda 2030 integralmente. Es decir, aunque se trabajen algunos objetivos sobre otros según el giro y/ o el sector, debe existir la claridad de que cada objetivo impacta en los otros 16. Un segundo elemento a considerar es que esta crisis ha obligado al sector privado, y a los demás actores de la sociedad, a entender que la sostenibilidad no es una herramienta de mercadeo verde, sino que es una estrategia que debe ser transversal a todas las actividades de la empresa.

Adicionalmente, se han venido analizando las tendencias que han adoptando algunas de las empresas más importantes con operaciones en América Latina, las cuales se destacan a continuación:

Incorporación de las ODS a la agenda ambiental, social y de gobierno corporativo: Preferencia a inversiones/bonos verdes, inclusión de procesos de debida diligencia en derechos humanos y juntas directivas con consejeros independientes que contribuyen a la capacidad de la empresa de dar respuesta a los cambios culturales, sociales, políticos y económicos.

Estas dos últimas tendencias son en las empresas avanzadas

¿Por qué los empresarios no deberían dejar de lado las inversiones en sostenibilidad?

Es importante abordar la sostenibilidad corporativa de manera integral, desde la perspectiva de desarrollo ambiental, social y económico para así asegurar que el tema no corresponde a un área única de la empresa sino a un contexto más amplio y real. Es decir, que, si la empresa impacta negativamente en su entorno social y ambiental, tarde o temprano va a tener que dejar de operar, porque no va a poder sostenerse y no tiene un futuro inmediato.

Esta lógica viene ganando espacio en los marcos regulatorios internacionales como los Acuerdos de París en 2015, y ya existen grandes proyectos de infraestructura que han sido frenados por no cumplir con estos estándares, como la tercera pista de Heathrow en Londres. Desde el Centro Regional se promueve una discusión en torno al cambio de mentalidad en el cual la sostenibilidad es una “empresa responsable” que le devuelve al entorno parte de lo que toma en programas puntuales, sino de la sostenibilidad del siglo XXI, que se trata de entender que las empresas sostenibles son inteligentes, competentes y competitivas. Si continúan los fallos en esto, es una sentencia clara sobre la viabilidad de la empresa y del sector privado.

¿Cómo se podría lograr una mayor apuesta por las inversiones sostenibles en medio de esta coyuntura?

Existe una tenue demanda social hacia la sostenibilidad y recuperación verde en varios países de Europa, e incluso EE.UU., el cual ha mostrado cierto interés, sin embargo, se ven tendencias contradictorias como la continuidad de las inversiones en combustibles fósiles. Para evitar que las inversiones vuelvan a los viejos caminos, que ya se han recorrido en otras crisis, es inminente el compromiso y liderazgo de los tomadores de decisiones.

La necesidad imperativa de reactivar la economía es la ocasión perfecta para explorar nuevos mercados y buscar inversiones que generen valor a la sociedad. Algunos ejemplos son: instrumentos financieros enfocados en inversiones sostenibles, desarrollo de productos y servicios que satisfagan las necesidades en materia de sostenibilidad, inversión en el desarrollo de capacidades locales para reactivar el empleo, optimización y diversificación de las cadenas de suministro, alianzas para fomentar la inversión extranjera en proyectos sostenibles, transparencia responsable al momento de medir y reportar las contribuciones e impactos: gobernabilidad social y ambiental y fortalecimiento del gobierno corporativo, particularmente en aquellas multilatinas con origen en empresas familiares y que operan/están empezando a operar en mercados internacionales.

¿Cómo está Colombia en materia de sostenibilidad?

Como ya se sabe, el panorama económico de Colombia y de la región es variado y tiene grandes brechas. La gran mayoría de las empresas son Pymes o Mipymes, que conviven con grandes multinacionales. Estas últimas tienen que cumplir con una serie de normativas y estándares internacionales, por lo que en su mayoría cuentan con áreas de sostenibilidad, algunas con presupuestos, y capacidad para hacer alianzas, importantes. A este nivel se ven casos de éxito que son referentes internacionales por el trabajo desarrollado en materia de debida diligencia, gobierno corporativo, ODS, entre otros.

En el caso de las Pymes y las Mipymes, y más en la coyuntura actual, están concentradas en mantenerse a flote económicamente. Es un desafío para América Latina pensar la sostenibilidad a una escala diferente a la de la gran empresa. Es fundamental trabajar la sostenibilidad a nivel de clusters y cadenas de suministro para generar entornos empresariales sostenibles o sectores sostenibles más que empresas sostenibles.

Otro ejemplo que aplica es la brecha entre las ciudades y el campo. Hay desafíos puntuales para las empresas que tienen operaciones en zonas alejadas donde la presencia del Estado debiera ser fortalecida y donde las empresas deben ocuparse por cumplir con una debida diligencia en materia de Derechos Humanos, consulta previa y demás mecanismos de diálogo social con el entorno. Este continúa siendo uno de los grandes desafíos para América Latina.

¿Cuáles son los mayores retos que ha dibujado la pandemia del nuevo coronavirus para lograr el cumplimiento de la Agenda 2030?

El covid -19 ha resultado en una gran crisis económica y social a nivel internacional. Las finanzas de los países de América Latina han sufrido un duro golpe y han quedado de manifiesto grandes problemas en materia de salud pública, equidad y precariedad laboral.

Dentro de este marco, una primera tarea es abordar la informalidad en el sector laboral, para ello será fundamental trabajar las metas del ODS 8. Desde 2016, el Centro Regional ha venido observando y analizando este tema y considera que la crisis actual obliga a tratarlo de manera seria e integral para asegurar avances en materia de seguridad social, salud e igualdad de oportunidades.

Además, esto requerirá observar la relación del mercado laboral y las nuevas tecnologías, así como las brechas de acceso y los marcos regulatorios que se necesitan para asegurar el desarrollo sostenible.

Una segunda tarea será ahondar en las inversiones en sostenibilidad que contribuyan a reducir la vulnerabilidad, el atraso en infraestructura e innovación, y la dependencia de la región de las importaciones, especialmente en tecnología.

La crisis del covid-19 ha puesto de manifiesto la interconexión entre los 17 ODS, por esta razón es fundamental entender el impacto directo e indirecto de la actividad empresarial en todos ellos: buscar estrategias y alianzas para abordar la Agenda 2030 en su integralidad durante los próximos 10 años.

¿Cuáles son las recomendaciones que hacen para Colombia?, ¿cuáles serían las buenas prácticas de otros países que podríamos aplicar en el contexto local?

Colombia tiene avances importantes como la inclusión de la Agenda 2030 y los ODS en el plan de desarrollo nacional liderado por el DNP desde 2015, y en los planes de desarrollo regionales, y hay varias empresas con prácticas de referencia interesantes en materia de sostenibilidad.

Sin embargo, tanto para Colombia como para América Latina sigue siendo fundamental incrementar la articulación de las acciones entre las empresas, los inversionistas y entidades públicas, y es clave impulsar el ODS 17, Alianzas para lograr los objetivos. Este ODS articula los otros 16, y parte del entendimiento básico de que en una economía global las cadenas de suministro, las compañías y los mercados son interdependientes. Las empresas y los inversionistas deben entender que los intereses públicos y privados están entrelazados.

Por esta razón el Centro Regional viene reforzando, desde 2017, el rol del sector privado como agente fundamental para maximizar los recursos y movilizar la inversión hacia escenarios más responsables y sostenibles. Las empresas fomentan el crecimiento económico, son el mayor empleador y proveedor de infraestructura, bienes y servicios. Su participación es vital para llevar inversión extranjera a los países en desarrollo, y para alinear estos recursos con las agendas de sostenibilidad.

Es importante que el sector privado trabaje en consonancia con los planes de desarrollo de los países, y como ciudadano corporativo promueva la sostenibilidad económica a largo plazo mediante objetivos éticos y amplios. Es un riesgo abordar dichos planes solamente con la intención de avanzar al máximo en sus propias agendas comerciales a costa de la sociedad civil y el sector público.

Es menester que el sector privado sea cada vez más activo y aproveche sus recursos financieros y estratégicos para repensar escenarios colaborativos en el desarrollo de una economía sostenible.

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