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Una fecha y dos condiciones. La fecha se cumple, las condiciones no del todo. Pero una parte del mercado pide al BCE que actúe para frenar la amenaza deflacionista y evitar la japonización de la eurozona. La última palabra la tendrá Mario Draghi.
Con esas premisas parte la reunión de hoy. La fecha por coincidir con el día al que el presidente del BCE, Mario Draghi, aplazó sus decisiones sobre política monetaria en la reunión de febrero con la excusa de que necesitaban "más información para actuar" en el mercado con su arma preferida, la política monetaria. Todo dependerá de las previsiones de PIB e IPC que proyecte hoy el BCE.
Y las dos condiciones para actuar con todos los instrumentos disponibles, se remontan a su anuncio de comienzos de año: "si se produce un tensionamiento de los mercados monetarios" y "si empeora a largo plazo la inflación".
Pero se dan las circunstancias de que la inflación, lejos de empeorar, se mantuvo en febrero en el 0,8%. Por lo tanto, el primer condicionante de empeoramiento propuesto por Draghi no se cumple a rajatabla y podría limitar las opciones de mover ficha en esta reunión del BCE. Otro cantar es que el riesgo de deflación sigue ahí presente porque este dato se aleja mucho del objetivo de este organismo de mantener los precios cercanos al 2%, pero siempre por debajo.
Riesgo de japonización
Es más, una gran parte de los economistas de grandes bancos como Morgan Stanley, Barclays o JPMorgan Chase, muestran su preocupación respecto a que Draghi cometa el error que en 1998 condujo a Japón a un periodo de deflación que marcaría los siguientes 15 años, según publicaba ayer Bloomberg.
"El riesgo de una japonización de la zona euro es elevado y continúa aumentando" apuntan desde Morgan Stanley. Y es que Draghi se empeña en insistir en el que el riesgo de deflación no existe, al igual que hizo Yasuo Matsushita, el gobernador del Banco de Japón, en enero de 1998, tan sólo seis meses antes de que los precios se hundieran en el país asiático.
Pero este es sólo uno de los problemas que hoy tendrá que capear el BCE, puesto que la principal institución monetaria de la eurozona tiene muchos más frentes abiertos. Pues a la crisis de Ucrania, se suma la fortaleza del euro, un factor deflacionista en sí mismo.
Posibles medidas
De ahí que una cuarta parte de los expertos consultados por Bloomberg aboguen por una rebaja de los tipos de interés desde el 0,25% actual, el nivel más bajo de la historia del euro y en el que llevan instalados desde noviembre.
Sin embargo, la clave de si hoy el BCE mueve ficha o no podrían ser sus previsiones de inflación y crecimiento a dos años vista, que el organismo publica cada tres meses. "Si las mueve en el mismo sentido que la Comisión Europea (publicó sus previsiones de invierno la semana pasada), podríamos ver una revisión al alza en el crecimiento y a la baja en la inflación", apuntan en Bankinter.
La inflación para 2016 se situaría en el 1,7%, según un estudio de los profesionales de la entidad. Si el BCE aportara una cifra baja, podría emprender acciones, pero si pronostica un incremento gradual que se acerque a su objetivo por debajo, aunque cercano al 2%, justificaría la falta de revisión de los tipos de interés y podría producirse la decepción en los mercados.
Desde el punto de vista de José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, el BCE tiene "margen para actuar". Sin embargo, la reciente decisión del Tribunal Constitucional alemán "deja un amplio debate sobre qué medidas pueden tomarse. Sin duda, las que no entran en este debate son: recorte adicional de tipos y/o suspender la esterilización del SMP".
Pero los expertos de Bankinter consideran que el BCE "cuenta con multitud de herramientas y lo más probable es que deje de esterilizar las compras de bonos bajo el programa SMP o que realice algún tipo de inyección de liquidez condicionado a la entrega de crédito".
Con la suspensión del SMP, el organismo monetario eliminaría la subasta inversa semanal en la que paga a las entidades hasta un 0,25% para retirar del mercado un importe similar al comprado en deuda. Así, dejaría de esterilizar los US$242.000 millones procedentes de las compras de deuda y lanzaría una especie de QE (Quantitative Easing) a la europea.
El problema esta medida crearía un punto de fricción con el Tribunal Constitucional alemán, que ha puesto en duda el programa de compra de deuda OMT o Transacciones Monetarias Abiertas (Outright Monetary Transactions) que anunció el BCE en julio de 2012 con el objetivo de salvar el euro y para sustituir al SMP. El banquero italiano dice, por el contrario, que es "plenamente legal".
Otras de las medidas que podría llevar hoy Súper Mario a cabo serían colocar el tipo de depósito en negativo (medida más controvertida por su impacto en los bancos). En cualquier caso, la última palabra la tiene él y podría retrasar su actuación hasta tener más información.
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