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Juan Ariel Jiménez, profesor de Harvard Kennedy School, criticó la presión del Ejecutivo sobre el Emisor y defendió su independencia
Juan Ariel Jiménez, profesor de Harvard Kennedy School, advirtió que el país enfrenta desafíos estructurales profundos, como la informalidad laboral y la falta de un diálogo entre el sector público y privado y critica la presión del Ejecutivo sobre el Emisor, defendiendo la independencia de la política monetaria como pilar para la confianza.
El primer reto de todos es la fortaleza institucional. En una sociedad, cada quien tiene su rol, cada quien tiene una función que jugar. Entonces yo creo que es importante en Colombia retome un diálogo público-privado que conlleve a identificar esas acciones públicas, esos proyectos de inversión que van a dinamizar al sector privado, pero que también involucre cómo el sector privado puede tener una mayor participación en la generación de bienestar. También debo decir que Colombia requiere reformas estructurales importantes que permitan un mayor dinamismo en el mercado laboral, que se creen empleos de mayor calidad, empleos formales. Colombia tiene un gran reto de la informalidad en su mercado laboral.
Me voy más lejos, puede ser un peligro. Hay reformas que complican la formalidad y la capacidad de creación de empleos de calidad, porque tenemos que decir dos cosas: primero un empleo formal es importante desde el punto de vista de que las personas están cubiertas por la seguridad social y además contribuyen con el fisco, pero lo más importante son empleos de alta productividad porque son los que tienen mayor salario y donde los salarios crecen más rápido.

No es correcto que un presidente, que tiene que responder a la dinámica política, intente directamente influir en la política monetaria. El Gobierno tiene que ver a la política monetaria como ese gran aliado que mantiene la estabilidad, ciertamente no puede sola, pero tiene mucho que aportar: genera confianza, genera previsibilidad de lo que va a pasar en la economía. Lo ideal es que los funcionarios del Poder Ejecutivo y desde la Presidencia de la República no se opine sobre la política monetaria.
La revisión a la baja del crecimiento económico está ocurriendo en la mayoría de los países y esto porque se prevé que los bancos centrales alrededor del mundo mantengan por más tiempo las tasas de interés elevadas para controlar la inflación. ¿Ahora qué hacer ante esa realidad? Lo primero es seguir invirtiendo en los fundamentos macroeconómicos. Viene un año difícil, no sabemos si estamos al borde de un conflicto mayor en Medio Oriente, cuando aumente el peligro lo más importante es tener buenos fundamentos: tener un déficit fiscal controlado y debo decir que me preocupa que en Colombia el déficit fiscal ha ido aumentando y se está hablando de no cumplir con la ley de responsabilidad fiscal. En momentos así es importante asegurar las bases. Cuando a una mesa se le va a poner encima algo pesado es importante que las patas estén bien solidificadas y la mesa económica de todos nuestros países cargará pesado en 2025 y posiblemente en 2026 entonces esas patas son: bajo déficit, política monetaria previsible, confiable y decidida, respeto institucional y efectivo diálogo público-privado.
Sí, absolutamente. El Gobierno comete un error al suspender la regla fiscal.
En el mundo ideal toda persona en edad de trabajar debería tener un empleo en donde pueda poner en práctica su capacidad; un empleo que le permita estar asegurado en cuanto a salud, pensiones, accidentes de trabajo y toda persona debería siempre tener otro empleo posible para poder negociar aumentos salariales. Todo esto se da en empresas privadas. Los gobiernos por sí solos no crean riquezas, los gobiernos ponen las bases para que otros creen riquezas. El gobierno debe ser un facilitador para que haya más empresas contratando trabajadores, invirtiendo en capacitación de sus trabajadores para poder ser competitivos a nivel global. Eso es como un juego de fútbol donde cada jugador sabe lo que mejor hace, la mejor jugada, y sabiéndolo trabajan como equipo, así debería ser una sociedad: como un buen equipo de fútbol donde cada quien conoce las fortalezas y las debilidades del otro. Es decir, las empresas y el gobierno deben trabajar de la mano por un mejor país.
América Latina tiene casi 30 años creciendo en promedio 2,3%. Esto es muy bajito. Otra década de muy bajo crecimiento solo comparable con los años 80 donde tuvimos la crisis de deuda. ¿Por qué ocurre esto? Porque América Latina está rezagada en la productividad.
En República Dominicana desde 1970 hemos tenido un crecimiento promedio de 5%. De hecho, entre 2012 y 2019, justo previo al covid-19, el crecimiento promedio de la economía fue de 6,1%. También Panamá ha tenido un importante crecimiento, estando entre 5 y 6% varios años. Perú ha tenido una buena tasa de crecimiento, aunque en gran medida explicado por minería.
Cada caso es distinto. Panamá ha sido bien beneficiado por una afluencia de capitales internacionales, que también tiene sus riesgos, pero ha utilizado el periodo de bajas tasas de interés para construir mucho. En el caso de República Dominicana y Costa Rica han hecho importantes esfuerzos para atraer inversión extranjera directa en sus parques industriales. Perú está muy enfocado en commodities.
La estabilidad en el Banco Central es fundamental. Hemos tenido en Perú gobiernos de izquierda, gobiernos de derecha, gobiernos más de centro y nadie ha propuesto, siquiera ha sugerido, dictar la política monetaria, eso brinda gran confianza a los inversionistas. Perú tiene un importante sector privado que, a pesar de los retos políticos que ha tenido, ha sabido mantener su dinamismo, ha sabido mantener su ritmo de inversiones. Es un caso extraño casi de vivir en la pospolítica, donde la política llega a importar poco y la economía es la que está dominada.
La economía tiene que estar al servicio de las personas. Y para que estén al servicio de las personas, el dinamismo político es importante, porque es en la política donde se discuten las grandes ideas de un país, donde se generan las ilusiones y los proyectos del país. Idealmente, la economía y la política deberían ir de la mano, pero ir de la mano en pos de mejorarle su calidad de vida. Si tenemos a la economía muy divorciada de la política, podríamos tener inestabilidad social.
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