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Existe un reloj presidencial que podría catapultar al mandatario ruso en un periodo de gobierno que se extendería hasta 2036
Vladímir Putin está en camino de ganar su quinto mandato como presidente de Rusia en una elección que comenzó ayer, extendiendo su mandato de un cuarto de siglo y manteniéndolo en el poder al menos hasta 2030. Ya es el líder del Kremlin con más años en el cargo desde el dictador soviético Joseph Stalin.
Putin no enfrenta ninguna competencia seria en unas elecciones que están estrictamente controladas por el Kremlin. Está extendiendo su Gobierno mientras la guerra de dos años de Rusia en Ucrania no muestra señales de terminar y su economía continúa funcionando a pesar de sanciones internacionales sin precedentes.
Putin insistió repetidamente en que no cambiaría la constitución para mantenerse en el poder. Pero hizo precisamente eso en 2020, reformando la ley para restablecer el reloj presidencial y permitirse potencialmente otros dos mandatos. Eso lo llevaría hasta 2036, cuando tendría 83 años.
Al final de su segundo mandato en 2008, Putin dimitió e instaló a Dmitry Medvedev como presidente para cumplir con los límites de gobierno, mientras él continuaba dirigiendo el país como primer ministro. Esta vez, con un límite de mandato revisado, no necesita tal maniobra.
“Rusia necesita establecer una globalización paralela para construir un mundo nuevo, ese es el objetivo que públicamente lo ha dicho Putin, él está viendo a un orden distinto”.
Los comunistas están representados por Nikolai Kharitonov, un ex administrador de granja colectiva de la era soviética de 75 años que se postuló contra Putin en 2004 y obtuvo 14% de los votos. Vladislav Davankov representa al Pueblo Nuevo, partido creado en 2020. Las encuestas en Rusia muestran que ninguno de ellos tiene más de 5% de apoyo. El partido gobernante Rusia Unida respalda a Putin, aunque se presenta como candidato independiente, como lo hizo en 2018.
Algunos de los más fervientes leales a Putin han argumentado que no hay necesidad de elecciones y que simplemente debería gobernar de por vida, a pesar de que la constitución exige que Rusia celebre una votación. Pero el Kremlin considera que el proceso confiere un elemento de legitimidad a Putin, particularmente en sus relaciones con líderes extranjeros, y prefiere diseñar una victoria “decisiva” que presenta como un referéndum sobre su popularidad en casa.
Si bien Putin hasta ahora ha evitado los márgenes de más del 90% que algunos autócratas se otorgan a sí mismos en las “elecciones”, los críticos dicen que gran parte del voto para él se logra presionando a los trabajadores estatales y llenando las urnas.
Pero muchos rusos, temerosos de una agitación política, también dicen que no ven a ningún otro candidato conocido para votar y respaldar a Putin. El Kremlin garantiza que no surja ningún competidor genuino reprimiendo duramente a la oposición independiente y controlando los medios nacionales.
Algunos han desafiado a Putin, siendo el más destacado Boris Nadezhdin, del partido Iniciativa Cívica. Declaró que se postulaba para poner fin a la guerra de Rusia en Ucrania y calificó la invasión de Putin como un “error fatal”. Los candidatos de partidos no parlamentarios tuvieron que recolectar al menos 100.000 firmas para calificar, y los rusos hicieron fila bajo temperaturas gélidas para firmar peticiones que respaldaban a Nadezhdin. Pero la Comisión Electoral rechazó su candidatura, diciendo que demasiadas firmas no estaban verificadas.
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