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ANÁLISIS

El guayabo fiscal que nos espera

lunes, 21 de septiembre de 2020

Munir Jalil

Para nadie es un secreto que la respuesta de política económica ante la crisis muestra cómo efectivamente los economistas han aprendido mucho durante estos últimos años y no solamente eso, sino que están usando ese aprendizaje para ponerlo en práctica.

Ni más faltaba decir que lo que se esté haciendo sea perfecto ni mucho menos, pero la separación de las respuestas de política entre los bancos centrales y los ministerios de finanzas ha sido un paso en la dirección correcta. La proactividad en ambos frentes también se puede considerar como un aspecto en donde las lecciones pasadas han servido.

El hecho de que las medidas monetarias para garantizar la estabilidad financiera y las tasas de interés se hayan modificado de forma contundente y rápida, al mismo tiempo que los gobiernos se dieron a la tarea de brindar paquetes de ayuda que iban desde la entrega de cheques directos a los hogares, otorgar recursos a las compañías para que mantuvieran en las nóminas a sus empleados, hasta brindar garantías crediticias para que el crédito continuara fluyendo hacia la economía muestra, en prácticamente todas las geografías del mundo, que las autoridades económicas no se quedaron cruzadas de brazos y, por el contrario, actuaron de forma rápida y utilizando distintos instrumentos ajustados a las capacidades de ejecución de cada uno.

Más allá de reconocer también que, como en toda implementación, se han tenido fallas, lo que sí queda claro es que los países estarían en crisis económicas mucho más profundas en ausencia de las medidas tomadas. Tal vez, uno de los puntos que generarán discusiones y aprendizajes hacia adelante no es tanto en si era necesaria una intervención o no, si no en el hecho de que muchos países “gastaran todas sus balas” en el proceso de contención de la pandemia, quedando entonces muy limitados para proveer estímulo una vez comience el proceso de recuperación.

Es como si, ante una invitación a una fiesta, los invitados asisten trayendo cada quien la bebida alcohólica que van a tomar.
Ya en la fiesta, todos se animan y aunque algunos toman más que otros, al final se pasa un buen momento.

Sin embargo, al día siguiente, la respuesta del cuerpo dependerá de la cantidad y el tipo de alcohol que se ingirió. Ese guayabo será más complejo para los que en general tomaron más y los que tomaron bebidas con más alto contenido de azúcares, por ejemplo.

Así las cosas, nosotros podríamos decir que, parecido a la fiesta, los países tendrán que prepararse para el guayabo fiscal que se avecina ya que veremos cómo algunos países podrán retornar más rápido a sus procesos de crecimiento y consolidación fiscal, mientras para otros, producto de las medidas que se tomaron durante la crisis, el proceso va a terminar siendo lento y afectará inclusive el proceso de recuperación.

Lo que es más interesante es que este será un proceso de aprendizaje en sí, proceso en el que esperamos que mientras los países hayan mantenido conciencia de cuáles eran sus límites fiscales, los mismos puedan mostrar una salida más rápida que aquellos que, como se dice de forma coloquial “tiraron la casa por la ventana”.

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